Según avanzan los días invernales, y algún que otro rayito de sol hace su aparición estelar, comenzamos a pensar en ese buen tiempo que está a la vuelta de la esquina, en ese calorcito que nos permitirá que no queramos quedarnos en casa ni aunque nos paguen. Por eso, es visitar La Morena y el pulso se nos acelera como sangre se agita en primavera (sí, todo muy poético). ¿Quieres comprobarlo? F: Cortesía de La Morena

Tras su éxito en Tarifa, La Morena atraca en Madrid para recordarnos que se puede vivir todo el año en verano o, al menos, intentarlo

Aires del sur sobrevuelan la capital e inundan un restaurante como La Morena, que funciona como si fuera una pequeña (y muy coqueta) sede de la mismísima Tarifa. Un negocio a dos alturas (la zona de arriba para celebraciones y la de abajo para el ir y venir del día a día) que no solo resulta bonito a la vista, sino tremendamente gustoso al paladar.

Un restaurante en el que Brayan Sevilla y Luis Salinas idean una propuesta a medio camino entre la cocina andaluza, la peruana y la japonesa, en un alarde gastronómico sin igual que nos reafirma la idea de que las fusiones siguen estando de plena actualidad. Una propuesta culinaria con vistas al mar y a productos que vienen de él, y se convierten en especialidad de la casa, como un atún por el que querrás volver.

Y es que si hay algo que destaca en La Morena es la capacidad de adaptar inmejorables materias primas del sur a las técnicas asiáticas que conforman un menú de lo más completo. Así, es más que necesario que pidas su saam de cazón en adobo, el ceviche filipino, los mejillones alegres con curry rojo, las gyozas de ají de gallina, el salmorejo asado, los tallarines cremosos yakisoba con verduras, su bacalao con gazpachuelo, la presa lacada o el espectacular marmitako de atún rojo con huevo frito y merkén chileno, que bien podría maridar con una copita o cóctel para terminar la aventura. Su bodega tiene más de un centenar de referencias. Ahí lo dejo.