Si hay algo que se nos da muy bien a estas horas es babear de lo lindo. Tenemos hambre, solo pensamos en comer y las papilas gustativas ya empiezan a segregar esa salivilla que recorre nuestra boca y nos hace chirriar los dientes de auténtico desfallecimiento. ¡Queremos algo y lo queremos ya! Pero no cualquier cosa, ¿qué os parece una visita a San Wich, uno de los locales slow food del barrio de Chueca?

Tanto si tienes tiempo como si lo tuyo es el comer a la carrera, aquí encontrarás un pequeño oasis donde descubrir los sabores que necesitabas

Parece ser que la variopinta y siempre transitada calle de Hortaleza se sitúa como la mejor opción a esa hambruna sin control o a esas ganas de ‘take away’ de barrio. Si parecía que sólo las tiendas de cupcakes, crepes o chinos tres delicias dominaban la calzada, hoy muy soleada, ahora la divina providencia ha permitido que tengamos otra opción más a barajar.

Con una clientela más que fiel y un diseño interior rompedor y molón, el garito en cuestión retoma la tradición bocadillera de Chile y nos hace disfrutar lentamente y masticando cada bocado de los ricos sándwiches, bocadillos, hamburguesas y empanadillas a la vista del cliente que no sabe qué elegir pero donde, sin duda, la batalla ha sido ganada por las burgers por intercesión de San Wich.

Una opción tan justa como necesaria (parafraseando su propio slogan) y que no sólo nos acerca otra vez a los sabores y texturas explosivas de la tierra como el churrasco, los barros jarpa, las carnes mechadas, salmón en ensalada o sus sabrosos lomitos o burgers con lentejas, sino que nos envicia con verdaderos postres prohibidos. Sí, al dulce de leche o mejor dicho alfajores, me refiero. ¿Necesitas que se te siga cayendo la baba? Benditos sean y maldita tú si no coges perras y te vas pitando a por tu santo pedido.