Hay días en los que la rutina nos tuerce y sentimos que no es buen momento para quedarnos en casa. Necesitamos pasear, airearnos o charlar animadamente con esos amigos que nos hacen sentir la realidad de otra manera y la vida de un color más allá del gris. Es en ese momento cuando entre calles, callejuelas y callecitas nos topamos con un local curioso que invita a que nos dejemos caer en sus sillas y ya sea en pareja o en grupo entregarse a los destilados artesanos que como interesante giro se nos presentan macerados. ¡Amigos, bienvenidos a Macera!

Para los más autodidactas, se imparten tres cursos de coctelería. Uno de ellos, I want to be a Draper, absolutamente necesario si quieres triunfar en esta vida

Situado en el número 21 de la calle de San Mateo y casi en el meollo malasañero, Macera surge como un espacio que pretende apostar por la evolución. Un cambio o transición arengado por el inquieto Narciso Bermejo que tras haber hecho carrera en la alta hostelería, decide emprender en solitario esta aventura, este local donde encontrar las mejores copas de la zona y a precios más que asequibles. También existe alguna que otra opción sólida (sandwiches, tartas…) para empapar.

Una calidad y nivel que no decaen y que donde tomando como referentes a los destilados patrios más comunes como el orujo, han desarrollado una selecta carta de cócteles frente a la que nos quitamos el sombrero y caemos rendidos, seducidos.

Un taller bar donde el tiempo se detiene entre animadas charlas, mientras que nos preparan el trago perfecto para cada momento y situación. Y es que el servicio roza lo personalizado. Un bar, sin duda, más allá de cualquier marca, más allá de cualquier postureo, sin otra intención que hacerte disfrutar de esos combinados de toda la vida pero elevados al bebercio más apoteósico.