Cuando un empresario es capaz de hundir (no solo rozar) sus dedos en el éxito, es obligación y necesidad que siga sembrando el germen para regalarnos, a los más gourmand de la sala, locales en los que poder seguir deleitando no solo a nuestro estómago sino al alma. Y así lo pone en práctica Carlos Moreno Fontaneda (de los Fontaneda de toda la vida) que contento con el aplauso de la clientela del Bar Galleta y El Perro y la galleta, nos invita a cruzar las puertas del último local de la familia: Raro Rare.

Su carta, cambiante cada semana, nos reta a que volvamos periódicamente para seguir nutriéndonos de su peculiaridad

Ponemos rumbo al barrio de Justicia para poner nuestras papilas gustativas a funcionar con una propuesta diferente, especial y con especialidad en crudo, de ahí su guiño ‘rare’. Una cocina de bienestar, que no tiene prisa y donde las vueltas de tuerca inesperadas se convierten en la más recurrente técnica de su carta.

Ensaladilla rusa verde con merluza y chips de topinambur; tiradito de gambón con salsa de maracuyá; roll de lubina con mermelada de piña y langostino tempurizado; rabo de toro desmigado, crema de berenjena  y bisque de marisco; tataki de dorada con chutney de manzana y chalota crujiente; crestas de gallo rebozadas, polenta, kikos y palomitas; alcachofas confitadas, emmental, gamba al ajillo y polvo de cecina o tacos de carrillera pibil nos preparan para verdaderas rarae aves como sus falsos callos vegetarianos con seta oreja de madera y curry rojo picante, ancas de rana con mayo de cilantro y mojo rojo o tortilla de patata con chipirones y tinta de calamar. Espectacular extravagancia.

Propuestas que no están a la altura de lo que esperas porque las supera con creces, tanto o más como la loca decoración del restaurante que es capaz de mezclar mandiles de carpintero, con cabezas de unicornio, hormas de zapato que dan luz, alguna que otra pieza de mobiliario de anticuario y a una reinterpretada Frida Kahlo que vigila cualquier movimiento en el comedor y a la que nos encomendamos para que la aventura sea tan singular como inolvidable.