By
Bru Romero

Hemos hablado, en más de una ocasión, que en Madrid cuando una puerta se cierra, lo más seguro es que una ventana abierta le suceda.  Una sucesión de actos en un mismo espacio que muchas veces no consiguen remontar el éxito del anterior pero que en otras alcanzan el nivel e incluso lo superan. Es el caso de Alameda, un local donde desconectar es toda una obligación.

Situado en el mismo local que en su momento ocupó Alkalde, Alameda recoge su testigo convirtiéndose en poco tiempo en uno de los imprescindibles de Madrid. Un restaurante dividido en dos plantas, con horario continuo y que con un guiño a su homónimo de Granada no decae y sigue manteniendo el brillo y la autenticidad de su gemelo andaluz.

Homenaje a las viviendas del XIX del barrio de Salamanca y a esa naturaleza que aplaca cualquier nerviosismo, Alameda es mucho más que una cocina sin mácula

Un nuevo proyecto creado por el tándem formado José Ángel Castro y Evangelía Chalatsakos que desembarcan en Madrid tras alcanzar la ovación gastronómica absoluta con su catering granadino. Un local que gracias al interiorismo creado por Materia Singular, retoma aquella alameda de su embajada andaluza no solo como elemento decorativo sino como herramienta para detener el tiempo y permitirnos disfrutar del sosiego, de la mesa.

Una Alameda con una carta bien guisada por el chef  Fernando Mario Coradazzi (en colaboración con Castro) y que no es otra cosa que la perfecta combinación de la cocina patria y la más cosmopolita y universal.

Platos que van desde la ya mítica croqueta de bacalao al pil pil a los raviolis de remolacha y queso fresco, pasando por su mero con berenjena en tres texturas, las albóndigas con guiso de verduras y cristal de patata, la ensaladilla con centollo y toque de manzana, el rodaballo con una sopa de coco y curry, el salmón mi cuitcon yogur y lima, las ostras Gillardeu al gin tonic y cítricos, el buey de raza parda o cualquiera de las versiones que hacen de un producto tan sabroso como abierto a posibles como el aguacate.

Comidas que se completan con los vinos (casi 300 referencias) escogidos por el sumiller Quique Rivas o unos postres que hasta cuentan con un menú degustación propio corto y largo. ¿Has visto cosa igual? Por algo te recomendamos pasearte por esta Alameda.

Detalles