Desde siempre nos han encantado esos sitios a los que volver una y otra vez, sintiéndonos que lo que pisamos es suelo amigo. Esos locales que tienen un algo muy difícil de explicar que impide que les seamos desleales con otros restaurantes o puntos de encuentro gastronómico, guiando nuestros pasos una y otra vez a cruzar su entrada y hacer que las horas vuelen mientras nosotros nos dejamos querer entre platos y bebidas de muy gustoso sabor. Amargo (place to be) no hace honor a su nombre porque lo deja en nuestro paladar es la esencia del querer más y repetir tantas veces nos sea posible. ¿Vienes?

En Amargo (place to be) todo es reseñable, incluso una carta de cócteles que no deberías saltarte. Su Gran Lewosky es arte puro

Situado en la esquina de la Corredera Baja que nos abre a la siempre bulliciosa calle Pez, Amargo (place to be) es el sitio al que dirigirnos tanto si queremos desayunar rico, comer mejor, merendar de manera impecable y cenar como pocas veces hemos hecho. Un local de decoración que nos hace olvidar el mundanal ruido para perdernos por sus paredes de ladrillo visto, vegetación por doquier, música (muchas veces en vivo) y unos platos que invitan a perder la razón.

Un vergel de cocina dinámica y variopinta donde lo mismo te tomas unos croquetones de pollo al curry con naranja o de bacalao al pil pil con pimientos del piquillo; unas bravas arrugadas con mojo picón; unos huevos rotos con bacalao y pulpo confitado; una selección japonesa que incluya niguiris, makis, california rolls, sashimis, gyozas, edamames y algas wakame; un pan bao de ternera mechada y cebolla crujiente; un tabulé de quinoa en salsa de coco; una lasaña de picada de lomo de buey; unos tagliatelles con hongos y trufas; un magret de pato sobre cama de humus con coulis de frambuesa o un tataki de atún rojo con salsa de cítricos difícilmente superable.

Una parada más que necesaria en mitad del barrio conocido como Triball donde cada día puede llegar a convertirse en una experiencia diferente porque ya se sabe de los place to be se puede esperar cualquier cosa… y todo, demasiado bueno.