Acostumbrados a comer más carne que pescado, los ojos nos hacer chiribitas cuando conocemos un lugar donde el mar supera a la tierra en sus propuestas en carta. Celebrando todo lo bueno que podemos sacar de tan preciado entorno e imaginando que nos encontramos más cerca de Galicia de lo que en realidad nos encontramos, damos la bienvenida a Atlántico, una casa de comidas regentada por el chef Pepe Solla.

Con un ambiente de clara inspiración gallega y en pleno barrio de Salamanca, el chef con estrella Michelín trata de hacernos olvidar los platos para que nos centremos en el producto. Lo consigue.

Su restaurante Casa Solla en Poio (Pontevedra) le hizo valedor, en 1980, de su muy merecida estrella Michelín

Materias primas traídas del norte de gran frescura y sabor aún mejor son las encargadas de que Solla haga de ellas (con pasión y mucho entendimiento) verdaderas obras de arte para el gusto del comensal. Mariscos, verduras, pescados y carnes rojas son las herramientas con las que cuenta este apasionado de la cocina para reflejar su gusto por lo tradicional y su vanguardia en los tiempos de cocción que domina como nadie.

Un local de toque bohemio y regusto a Atlántico donde cualquiera de sus tres opciones de menú suponen un momento decisivo para el cliente que todo lo quiere probar, todo lo quiere sentir al paladar. Así, su cecina de vaca con queso gallego de oveja y rúcula; costillas de ibérico melosas y crujientes con cachelos; navajas lima limón; pulpo arosana; merluza de celeiro con queso ahumado, remolacha y frutos secos; bonito agridulce con pimentón y algas o cualquiera de sus piezas de marisco, que conservan aún la humedad de las aguas atlánticas, nos dejan con la necesidad de volver para repetir y con la mayor celeridad posible.

Una experiencia gastronómica que ilusiona tanto o más que el disfrute que encuentra Pepe Solla tras los fuegos y que en ningún caso presenta platos engolados porque son los propios ingredientes quienes hablan por sí mismos y eso es un acierto.