Volver al pasado parece no ser la tendencia que más impere. Una mirada atrás que sirva para reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra más pura esencia, con las costumbres que nunca debimos dejar y que, por la rapidez del ahora, parece que hemos comenzado a olvidar. Este parece el leit motiv de Bareto, un negocio llamado a recuperar ese bar de toda la vida con alma de casa de comidas, donde el tiempo se para porque hemos venido a disfrutar. F: Cortesía de Bareto

Que Bareto no cierre nunca y puedan servirte un pincho de tortilla o una caña con tapa a cualquier hora, lo hace más apetecible si cabe

Situado en plena calle de Alcalá y con una impresionante barra de mármol, al más puro estilo de aquellas cervecerías de antaño, Bareto supone un nuevo triunfo de los hermanos Sánchez del Amo (Grupo Barbillón) y del hostelero Nacho Horcajada. Un espacio sin pretensiones, decorado por la interiorista Alejandra Pombo, donde hacer vida, fortalecer amistades y arreglar el mundo un día que haya fútbol televisado.

Un local con dos comedores y un reservado, para esos planes que necesiten de un poco más de intimidad, por los que pasaron personalidades de la cultura como Lorca, Alberti, Machado o Neruda. Y es que allí estuvo, durante muchos años, el famoso Café Lion donde entre políticos y faranduleros se fundó la Generación del 27.

Un plus que hace brillar, aún más, la propuesta de este Bareto de cocina básica, pero muy bien ejecutada, donde sus boquerones en vinagre, ensaladilla rusa con ventresca, mejillones en escabeche, tosta de salchichón ibérico de bellota o de ternera asada, espárragos trigueros a la plancha, croquetas de jamón, tortilla de camarones, torreznos Bareto, flamenquines, zamburiñas a la bilbaína, alitas de pollo, pulpo a la gallega, huevos rotos, bravas o cachopo de ternera blanca te hacen el día y dibujan en tu carita una sonrisa muy difícil de evitar. Como tiene que ser.