Hablar de arroces es algo que desde el primer momento te hace paladear. Rara es la persona a la que preguntes que no se entregue feliz a una buena ración de este plato estrella de nuestra gastronomía, todo un manjar para aquellos que saben valorar lo bueno. Si, además, te digo que este arroz del que te voy a hablar es de cine, el delivery en Berlanga es absolutamente obligado. F: Cortesía de Berlanga

Si no quieres perderte la verdadera especialidad de la casa, no dejes de probar su arroz de rape y puerros. La boquita se te hará agua

Cuando, aconsejado por amigos y familiares, José Luis García Berlanga colgó los hatos cinematográficos para dedicarse a la cocina, todo fueron aplausos. Y es que bien sabían que el productor y director de cine, e hijo del querido Luis García Berlanga, cocinaba como los ángeles. Nacía Berlanga pero con tan mala suerte que su apertura coincidió con el inicio de la pandemia. Un punto de inflexión que permitiría al recién estrenado chef (al menos profesionalmente) de cocina mediterránea reinventar el negocio rápidamente y adaptarlo a las nuevas necesidades.

Una jugada estrella que lo hizo adelantarse al servicio de comida para llevar de otros locales y que, en su caso, permitía a sus primeros clientes seguir disfrutando de su buen hacer en casa. No disfrutarían de la decoración de Pepe Vela Zanetti, del estilo Art Nouveau del comedor principal o del maravilloso retrato, en blanco y negro, de su padre; pero ya habría tiempo para hacerlo.

Mientras tanto, no dudes en llamarlos y elegir un buen variadito, pues su ensaladilla rusa, anchoas mariposa, alcachofas confitadas a la plancha, croquetas del día, tortilla de patata (con o sin cebolla), gambones al ajillo, carrillera de ternera, merluza a la romana, bacalao con verduritas salteadas, ropa vieja, steak tartare, pisto con huevo o cualquiera de sus arroces (a banda, paella valenciana, arroz del senyoret, rossejat…) bien merecen un pase por tu casa a no mucho tardar. ¿De postre? Tarta fina de manzana, de queso sin gluten o torrija briochelle para poner un dulce final a esta planazo gastronómico que bien merecería más de un Goya. No podíamos esperar menos de un Berlanga.