A la hora de comer, cenar o simplemente hacer un alto en el camino, en muchas ocasiones huimos de esos restaurantes, bares o local en cuestión donde suministren nuestra opción favorita pero donde el diseño parece superar la corriente gastronómica propia del lugar que nos ocupa. Restaurantes que más que por su gastronomía quieren hacerse conocidos por lo bonitos que quedan en Instagram y por los muchos hashtags que coleccionan. Ese no es el espíritu.

Celebrando sus más que resueltas opciones culinarias e invitando al comensal, nuevo o repetidor, a una aventura que le puede llevar por sabores típicos de Tailandia, Estados Unidos, Marruecos o Japón, el Boho Bar responde al perfil de restaurante que estábamos buscando. Un espacio en el que vemos que cada cultura ha dejado su poso y, lo más importante, ese poso se distingue entre tanto colorido sobre la mesa.

Espacio ecléctico donde los haya, el Boho Bar se adapta a cualquier hora del día, huyendo de los formalismos y donde la cocina mediterránea corre pos sus fogones

Un local que, abierto en Chueca, consigue que el cliente comience a distinguir sabores y más si lo hace de la mano de sus croquetas de jamón en panko japonés, sus pinchos morunos Ras al Hanut, su timbal de langostinos o chipirones con risotto de quinoa en su tinta, el wok de noodles salteados, las albóndigas de pollo de corral o el gua bao de ropa vieja cubana.

Una variopinta selección de platos que va variando según las estaciones y los gustos de los paladares que quieren seguir aprendiendo y que disfrutan del Boho Bar como esa casa de comidas a la que vuelven una y otra vez y que además es bonita hasta para instagramear (sin querer ser ellos nada de eso). Disfruten.