Aunque seamos unos disfrutones de la vida que hayamos probado de aquí y de allá, dejando poco espacio para la sorpresa, no podemos más que caer rendidos ante esos restaurantes que, sin buscarlo ni pensarlo, nos dejan con la boca abierta y gozándolo hasta la enésima potencia. Negocios que saben cómo ganarnos haciendo de la experiencia culinaria todo un planazo y que, en el caso de Bugao, son un verdadero regalo para los sentidos. F: Cortesía de Bugao

Tanto si eres amante del atún rojo como si no eres muy entendido en el tema, Bugao se convertirá en tu punto de referencia

Situado en plena Castellana y con una estética exótica (gracias a la interiorista Silvia Picar) que nos hace viajar a Ceuta, el chef Hugo Ruíz nos propone un itinerario por las mejores materias primas del Estrecho, conformando una cocina entre mares que domina y exprime hasta el último de los sabores y la más deliciosa de las texturas. Un sincero y claro homenaje a Piscolabis y a Bugao Ceuta, los dos negocios que el ceutí tiene en la ciudad que lo vio nacer y que le han impulsado a ser no solo profeta en su tierra sino a situarse como cocinero de referencia a nivel nacional.

Bugao divide su oferta gastronómica en dos formatos, según quieras ir de gourmet o te vaya el plan gastrobar, pero manteniendo al cerdo y al atún rojo como idóneos anfitriones, perfecto combo en común de las dos cartas. Bocados en clave de alta cocina o de manera más informal que recuperan la esencia de una Ceuta a falta de explorar, y que la sitúan en el mapa como una más frente a sus compañeras peninsulares.

¿La culpa? De platos como sus alcachofas a la parrilla con ajo confitado, tomate huevo de toro con sal y AOVE, carpaccio de remolacha a la sal, brioche de langostinos fritos con pan de gambas, croissant de pringá de atún rojo, croquetón de jamón ibérico de bellota con su papada curada, coca de quisquillas de Motril con wasabi, concha fina de Málaga con aliño Bugao y mayonesa de ajo frito, flamenquín de atún con queso de cabra payoya, ensaladilla rusa en mortero de gambas blancas y bogavante, lubina de anzuelo en tres servicios o una milhojas de mantequilla con turrón de Jijona y chinchón que consiguen el sobresaliente y una sobremesa de lo más agradecida. ¿Te va o no te va?