En un momento en el que lo vintage sigue siendo tendencia (y gusta a casi todo el mundo), echamos la vista atrás, unas cuantas décadas, e intentamos imaginar los encuentros que allá por los años 20 se producían en el famoso Café Pavón, en pleno barrio de La Latina. Un clásico que sin caer en el olvido como tantos otros, saca pecho entre demasiada competencia para mantener el hueco y hacerlo con éxito y autenticidad.

Nada más y nada menos que desde 1924. El estilo art decó se respira desde su techo hasta alguno de sus más curiosos rincones y es que pese a haber sufrido una reciente remodelación, el espíritu del bar/cafetería del famoso Teatro Pavón sigue vivo como el primer día y todo gracias a su originalidad, a su capacidad de no inventarse un pasado sino de mantenerlo. Y ahora, sumando el añadido de cantina, tampoco lo hacen nada mal.

No hay ni un solo día que pase que el Café Pavón no se gane el favor de su público gracias a una cocina sincera y auténtica y un servicio que sabe como llevarse el gato al agua

Luz entrando por los inmensos ventanales, una barra que da salida intermitentemente a platos y bebidas de una calidad sin mácula y un servicio que sabe encargarse tanto del cliente de toda la vida como del que acaba de llegar son sus tantos al marcador.

Un local donde tomarte desde clásicos como la ensaladilla rusa (moscovita, aquí) a opciones más cosmopolitas como los nachos con guacamole y queso y entregarte al plato del día que depende de los gustos del chef y de la mejor materia prima del mercado. De este modo circulan por las mesas desde tartar de salmón, chile con carne o lasaña a lentejas, pollo asado, bocadillos de pastrami o rica carne mechada, ensaladas o hamburguesas frente a un comensal que pida lo que pida siempre acierta. Una variedad que no aturulla y que también piensa en los más ‘dulceros’ con sus tartas de zanahoria o chocolate como mejor expresión de su particular fervor.

Un Café Pavón que además atiende al rigor de un buen brunch los fines de semana, al siempre necesario vermut de grifo o las copas de autor y a unos cafés que gracias a su barista ofrecen ese puntito imaginativo de los desayunos y meriendas de este establecimiento donde familias, rolletes, amigos, canallas, artistas y demás encuentran siempre su casa.