Dicen que los mejores perfumes siempre se venden en frascos pequeños. Lo mismo pasa con los restaurantes. Te sorprendería saber la cantidad de locales que debido a su pequeño tamaño son tomados poco en serio, perdiendo la ocasión de descubrir verdaderas joyas gastronómicas que llevarte a la boca. ¿Un ejemplo? Callao24. F: Cortesía de Callao24

Tiramos para Arturo Soria, porque el centro según avanza el verano está insufrible, para deleitarnos con un local que comenzó sirviendo cocina criolla (auténtica) para transformarse en un peruano muy pintón regentado por el chef limeño Jhosef Arias. Un joven cocinero curtido en las calles de su Perú natal que nos trae una variada y cuidada selección de su gastronomía, más allá de los ceviches que tanto te gustan.

Si estás cansadx de pedir pizza, pollo frito o hamburguesas a granel, ya va siendo hora de que te lances a la cocina peruana. Callao24 tiene delivery, ¿necesitas mejor excusa?

Un negocio donde hasta el más mínimo detalle se cuida, donde los emplatados ya nos alimentan con tan solo mirarlos y donde litros de pisco sour corren al gusto del consumidor, que los bebe como el mejor refresco. Un Callao24 que nos pone contra las cuerdas porque, llegado el momento de pedir de su completa carta, nos obliga a tener que decidir y volver otra vez para seguir probando.

Platos que saben a madre (el recuerdo de la mamá de Arias, la señora Ana, está muy presente) y que nos saben a gloria, pues a golpe de opciones como sus bombitas de yuca y queso, el tostón de atún, la papita rellena de solomillo, el wantan de langostinos y pollo, la causa de pulpo, el ceviche chalaco, el tiradito toro toro, el ají de gallina con pecanas, el anticucho de pollo, el seco de cordero a la norteña, los tallarines saltados (sí, saltados), la croqueta de arroz con pato o la panceta de cerdo con hierbabuena caemos rendidos a esta causa que ya es la nuestra.

¿Eres goloso? No se te olvide pedir la arequipa o dulce de queso y el suspiro de una chola, un postre a base de maracuyá y merengue al Oporto que es una verdadera ida de olla. ¡A disfrutar!