A lo largo de tu vida, imagino que te habrás dejado caer por numerosos restaurantes donde practicar ese particular combinado de ensayo/error al que todos estamos supeditados cuando nos aventuramos a probar, investigar o paladear muy distintas texturas y sabores. Así es el mundo del curioso gourmand que quiere ir más allá del bar bonito y pintoresco de la esquina y que no se amilana a nuevas experiencias. Pequeñas expediciones que, en el caso de Casa Pachuco, logran rozar la necesidad y/o la esencia pura de lo que un amante del buen pide y, en esta ocasión, recibe.

Podría ser una casa de comidas abierta hace más años de los que pudiéramos recordar pero, en realidad, sus puertas se desplegaron allá por 2012. Fecha que podría haber pasado sin pan ni gloria (¿o era pena?), de no haber llegado al barrio de La Latina un chef al que siempre le gustó cocinar pero, más aún, comer; y con el que tratamos de olvidar la realidad más económica. De ahí que José María Lobelos consiguiera hacerse un hueco en el corazoncito de los locales y visitantes del variopinto barrio dominado por la música y la apuesta gastronómica más multicultural que te pudieras (y puedes) echarte al estómago.

Tapas de lo más tradicional y creatividad en estado puro se dan la mano sobre los fogones de José María Lobelos, alma de Casa Pachuco. Prueba sus huevos de corral y después nos dices

Un restaurante de lo más minimal, lucido y auténtico que desde el primer momento se ha abrazado a la temporada como guía culinaria y a la materia prima de primera como única solista de esta sonata de lo más foodie, y que nos sigue teniendo embobados cual canto de sirena. Una propuesta de fusión donde lo importante no ha sido combinar sin ton ni son, sino conociendo muy a fondo el producto y sabiéndolo maridar hasta exprimirlo al máximo. Un bistró al uso, de precios asequibles e hilo musical de lo más Rhythm & Blues donde dejarse llevar por la buena mano de Lobelos.

¿Qué nos pedimos? Pues, sin dudarlo, atacamos con verdadera ansia platos como su risotto de shiitake con portobello y trompeta negra, alcachofas con huevo poché, ensalada de rúcula con tataki de ternera, albóndigas de atún al curry japonés, arroz con mejillones al estilo griego, wok chifa de ternera, ensalada de espinacas y queso de cabra e higos, escabeche filipino de berenjena china, falafel de lentejas, tagliatelle con ternera y salsa de ostras, ssäm de jabuguita pibil, albóndiga thai, tacos de lechuga rellenos de cerdo ibérico en guiso mexicano o tartar de atún y aguacate.

De postre, no te vayas sin pedirte (aunque sea para compartir) su tiramisú y/o su tarta de queso con mermelada de mango, uva y jengibre. ¡Una pasada!