Gastronómicamente hablando, vivimos en un momento en el que el experimentar está a la orden del día. Texturas, mezclas, esencias, técnicas de muy distinta índole que se combinan pese a parecer opuestas pero que hacen de lo que hubiera sido un plato sin más, todo un gran éxito. Una versión mejorada y en perfecto hermanamiento y que en restaurantes como Chow Chow se descubre como la tendencia que no nos planteamos abandonar. ¡Vivan las fusiones!

La decoración de la interiorista María Villalón, el mejor marco para este restaurante poco común

De los creadores de Teckel y Pointer llega a la capital Chow Chow. Un nuevo acierto del Grupo Rantanplan que para esta ocasión acerca la cocina japonesa con la latina y en el combo se apunta un tanto. Dos diferentes maneras de hacer las cosas que el chef Alex Moranda (curtido en los fogones de Nobu, 99 Sushi Bar o Kabuki) se encarga de maridar en perfecta armonía para amantes de las mejores esencias exóticas.

Una verdadera experiencia tan elegante como tradicional por la que merece la pena acercarse al barrio de Tetuán y deleitarse con platos como su cangrejo gratinado;  gyozas de manitas de cerdo y carne criolla; mini arepas de buey con salsa de rocoto; rocks en tempura con salsa picante de chili y ajo; vieiras dos tempuras y mahonesa de yuzu; gunkan de lubina, tumaca y guacamole; rodaballo con salsa de cilantro; crujiente de atún con mayonesa japonesa y kimuchi; wagyu con sal en escama y salsa yakiniku; mejillones encevichados; waffle de té verde con pollo karaage y sirope de arce o un rabo de toro teriyaki que quita el sentido. ¿Necesitas más pruebas para decidirte?