¡Fusión, fusión, fusión! Sigue siendo la tendencia más repetida por todo Madrid si a gastronomía nos referimos. No hay nada como la unión de técnicas y materias primas, el matrimonio de culturas y la culinaria convivencia de texturas y sabores de muy distinta procedencia pero cuya comunión conjunta es tal que el tándem consigue el éxito menos buscado. ¿Y si mezcláramos lo más exótico de la cocina criolla y lo más tradicional de la asturiana? Cilindro tiene la palabra… el gusto y lo que haga falta.

De los creadores de Ronda 14 llega Cilindro. Uno de esos restaurantes en los que si tienes un paladar lo suficientemente aventurero y entregado a la causa, podrás llegar a rozar el cielo con las manos (o con los cubiertos)

El barrio de Salamanca vuelve a dar rienda suelta a sus sueños de convertirse en punto de encuentro de los foodies capitalinos (y visitantes) con Cilindro, el proyecto conjunto del chef limeño Mario Céspedes y la jefa de sala asturiana Conchi Álvarez. Un local que teniendo como claro objetivo la tradición como principio y fin se deja engatusar por los sabores más asiáticos pero sin perder el norte (en clara referencia a Asturias, claro está).

Un restaurante donde permitir a nuestras papilas gustativas desmelenarse desde el aperitivo al postre, encontrando la armonía entre platos que no esconden su regusto nikkei, peruano o asturiano y que entre guisos, caldos, cocciones sin prisa y opciones a compartir disponen toda una variada carta frente a la que es complicado decidirse por lo atrayente de este hermanamiento cultural.

Así, a su causa de langostinos, salmón y chile, el tiradito de lubina con salsa de queso y plátano, los callos rachi con morcilla asturiana, la lengua con salsa de mote, hierbabuena y rocoto, las navajas templadas con leche de tigre o el ají de pollo con arroz cremoso con pechuga de pollo confitada no nos podemos negar sin pedir permiso (previamente) a otras opciones de fondos más que contundentes como su torto de rabo de toro o el rollito asturiano con estofado chifa que rechifla (¡juguemos un poco con el léxico!). Un suma y sigue que pone broche dulce con el mochi de lúcuma con granizado de fresa o una mousse de chocolate con bizcocho y helado de mango que nos roban la razón pero no el sentimiento de sabernos en el sitio idóneo en el momento más adecuado. Tú también lo pensarás.