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El palacete que acogió la redacción del emblemático periódico ‘El Imparcial’ a principios de siglo XX se reconvierte ahora en restaurante, bar y concept store, un espacio multidisciplinar que aúna la actividad gastronómica y la acción cultural en pleno Rastro de Madrid. 

1913.  Se inaugura la nueva sede de El Imparcial, un diario moderno y liberal de la época que llevaba existiendo desde los tiempos de Napoleón y había sido refundado en 1864 por Eduardo Ortega y Gasset (abuelo del filósofo y ensayista). El palacete, diseñado por el prestigioso arquitecto Daniel Zavala, acoge esta veterana redacción dónde se elabora «Los Lunes de El Imparcial«, el suplemento cultural en lengua española más importante del momento, con colaboradores de la talla de los grandes nombres de la Generación del 98 (Unamuno, Azorín, Baroja, Maetzu, entre otros). 

2014. Los promotores de Dray Marina y Maricastaña, cinco socios procedentes del mundo de la gastronomía -unos- y del ámbito cultural -otros- deciden montar un espacio multidisciplinar siguiendo referencias como la Colette de París. En busca de un lugar que ofrezca la versatilidad necesaria para albergar un restaurante, un bar y una concept store, dan con el antiguo palacete, entonces dedicado en exclusiva a eventos privados.

1933. Debido a los tumultuosos acontecimientos de la España del primer tercio del siglo XX y a las puertas de la Guerra Civil, el Imparcial cierra, y en su patio se edifica el cine Alba.

2015. El Imparcial abre como un espacio lúdico, que no solemnice ni tampoco banalice ninguna de sus tres áreas de acción. No es un restaurante que hace exposiciones ni una tienda que tiene un bar. El Imparcial es un todo que huye de ser una gran mole cultural o quedarse en iniciativa marginal. Una de las características que define su personalidad es el concepto «Carta Blanca». Bajo esta denominación El Imparcial cuenta periódicamente con destacados comisarios invitados (artistas, diseñadores e intelectuales) que intervendrán a nivel formal y de contenidos sus diferentes espacios. Además, lo combinan con comisariados propios y tienen proyectos editoriales en el horno, sin olvidar las tertulias y encuentros de debate, exposiciones, presentaciones de proyectos culturales y artísticos, talleres, así como una programación audiovisual con piezas de video-arte, películas y cortometrajes. El Imparcial dispone de una sala anexa al restaurante dedicada a vender una cuidada selección de productos culturales y de vanguardia atravesada por lo visual: objetos de diseño industrial, prendas o accesorios de edición limitada de marcas seleccionadas, música, así como libros y revistas internacionales sobre arte, fotografía, literatura o cómic, entre otros.

A la historia de este antiguo palacete se suma un nuevo capítulo: una iniciativa gastronómica y cultural que hereda el nombre de El Imparcial

Años 80. El edificio cambia de propietarios y pasa a manos de la familia Barragán. El cine Alba se convierte en sala X, una de las últimas que quedarían abiertas en Madrid. Este cine ha sobrevivido milagrosamente a sucesivos intentos de demolición, gracias al empeño de la familia propietaria, quienes han defendido su valor cultural y desde siempre han tenido en consideración el potencial de ese espacio como centro cultural.

2015. Los vecinos de Tirso de Molina y el Rastro suben las escaleras del edificio para venir a curiosear sobre el nuevo local. Arriba se encuentran con la Gran Sala, el espacio dedicado a la actividad hostelera. Con una cocina abierta desde el desayuno a la noche, la carta cuenta con «una oferta polifónica, del barrio a la ciudad, y de la ciudad al mundo», de las patatas bravas, el salmorejo y las croquetas de rabo de toro a el sashimi de salmón noruego con wakame y helado de wasabi, y los tacos de cochinita pilbil con guacamole y lima. Además de la Gran Sala, El Imparcial cuenta con una barra y un reservado. El interiorismo viene a cargo de Madrid in love. 

2017. El Imparcial se consolida como centro cultural y gastronómico de referencia en Madrid. Como novedad, han incorporado el espacio ocupado por la sala X como escenario a su programa de actividades culturales. Directivos de la Colette de París visitan de incógnito El Imparcial para inspirarse en la inminente reconversión de su marca.

 

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