No hace falta recordar que lo que en un tiempo fue una tendencia ahora se ha implantado como un tipo de cocina que hemos añadido a nuestro día a día. Nos gusta la carne y el pescado, sí, pero hay días en que lo que nos apetece es entregarnos a la cocina vegana, ya sea en casa o en nuestro restaurante de cabecera, y qué mejor que pasarnos por El Perro Gamberro para continuar con esta costumbre y disfrutar de lo lindo con lo que Virginia Mayo Molina tiene preparado para todos nosotros. F: El Perro Gamberro vía HappyCow

Tanto si te dejas caer por El Perro Gamberro como si pides para llevar en Uber Eats, no te olvides de hacer acopio de croquetas caseras, la perdición de la casa

A algunos les sonará el nombre de este restaurante, y es que el negocio comenzó hace siete años como un blog donde Virginia compartía recetas veggie para los más cocinillas. Posteriormente, el blog saltó a una pequeña taberna de La Latina donde comenzó a tener tanto éxito que el destino y el aplauso de sus feligreses le ha permitido saltar a Fuente del Berro y colarse como nuevo vecino del barrio de Salamanca.

Y es que no es para menos, pues la cocina de El Perro Gamberro es una auténtica rendición a esos sabores de toda la vida, tratados de manera sencilla y manteniendo con sus proveedores una relación de lo más justa y consciente.

Una aventura por una cocina de lo más variada (¡para sorpresa de muchos!) y deliciosa, que gusta a amantes de lo veggie y seduce a recién iniciados en la materia cuando prueban platos como sus croquetas caseras (diferentes cada día y la especialidad de la casa), el bienmesabe, la ensaladilla rusa muy madrileña, sus setas empanadas y servidas con alioli, el hummus con pan de pita, el paté artesano de queso de anacardos, sus vegatas (bocatas vegetarianos) de longaniza y morcilla vegetal a la parrilla, la Burriburger (a medio camino entre la hamburguesa y el burrito), el perrito gamberro (con proteína de guisante, aguacate y pepinillos) o el tarrito de natillas con galleta y el pastel jugoso de plátano y chocolate, que hacen rozar el cielo con las puntas de los dedos. Sin duda, un hotspot si lo que te apetece es no comer siempre lo mismo.