Cuando se piensa en pura gastronomía… la de siempre, la de casa, se piensa en la cocina del norte, la cocina vasca, por ejemplo. Recetas y platos que dada su contundencia, naturalidad, texturas y sabores se ganan las papilas gustativas de los más sibaritas que más allá de planes sofisticados, saben agradecer propuestas mucho más auténticas. El Pimiento Verde se convierte así en punto de encuentro de estos paladares exquisitos que buscan ese chute de realidad, ese lado más tradicional de materias primas que saben a lo que son, que no vienen disfrazadas.

Ponemos rumbo a Lagasca (aunque sabemos que en Madrid tienen otros 4 establecimientos) para festejar la cocina propia de aquellos caseríos de Euskadi como origen de este proyecto gastro. Una propuesta que partiendo de ese fogón familiar en torno al cual se departía, recupera el recuerdo de ese rito ancestral que hoy nos sigue ganando. Cocina de lo más popular que 20 años después de su llegada a la capital, sigue envolviéndonos con el sabroso aroma de su carbón en parrilla y cocina salida del corazón.

Si quieres probar sus especialidades, no dudes en hacerte con un plato de sus flores de alcachofa, rape “sapito”, arroz con bogavante o chuletón

Una aventura que parte de sus flores de alcachofa, espárragos Cohíba a la brasa con mayonesa, tortilla al suelo de bacalao, pastel de cabracho con cocktail de gambas o salmón marinado con tartar de piña, pimientos piloto con ventresca, anchoas de Santoña o chistorra de Navarra como ricos entrantes para proseguir con su arroz con bogavante, risotto de calabaza y rabo de toro con boletus, pochas con almejas, bacalao al ajoarriero, rulo de pimiento verde asado y relleno de txangurro, sus más deliciosos guisos, terminando entre pescados y carnes como el lenguado salvaje, el pulpo braseado sobre puré de boniato asado, chuletón de vaca madurado o un steak tartar de vaca negra avileña que permite que la sobremesa en El Pimiento Verde sea de pijama y orinal. Pero antes, no te olvides del postre. Su tabla de queso con D.O., su manzana en compota con yogur natural y helado de dulce de leche o los canutillos de Idiazábal con crema ligera de higos terminarán por convencerte (en caso de no estarlo) de que a la vasca se come mejor. Sin duda, Maitetxu mía.