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Ariana Díaz Celma

Son tres los factores que, en el último año, catapultan un nuevo restaurante al éxito sin precedentes. El primero, la comida sana y con una clara vocación casera. El segundo, las buenas maneras en su decoración: nos gusta sentirnos relajados y a gusto mientras comemos y, si es junto a unas flores frescas, mejor que mejor. El tercero, su localización, preferiblemente en el barrio de Sant Antoni, el último refugio de los hiptsers de la ciudad. El Tonka Bar cumple todos estos requisitos y alguno más con nota, por lo que se ha convertido en una de nuestras opciones favoritas en nuestra vuelta a la rutina.

Tonka Bar abre a dirario las puertas de un alargado local de la amplia calle Marqués de Campo Sagrado para dar cobijo a los que allí se acerquen con un interior que mezcla una tipografía de antaño, muebles de aire escandinavo e ilustraciones que dan color al espacio colgando de sus paredes. Si el tiempo lo permite, su terraza, con sus manteles rojos a topos blancos, también se convierte en un buen mirador para otear el relajado vaivén del barrio. De lunes a viernes abre por la tarde, momento en el que sirven meriendas a los más golosos con pasteles y otros caprichos dulces, que hornean ellos mismos en el obrador que tienen en la puerta contigua. Los más gamberros estarán deseosos de probar su oferta de caña y tapa por 2 euros, que dura hasta las 21:00 horas, momento ideal también para probar sus aceitunas marinadas, los mejillones en conserva o su lomo de bonito en aceite de oliva virgen. Llegada esta hora, es el momento de servir cenas, con recetas hechas a partir de productos de kilómetro cero -salvo contadas excepciones- que siempre saben sano y apetitoso. 

La carta de la cena -y de la comida el fin de semana- da el pistoletazo de salida con una surtida sección de ensaladas, que nos lleva desde la César o la Mediterránea -con hojas tiernas, aceitunas kalamata, queso feta a las hierbas, tomate y alcaparras-, hasta la Asiática -con fideos soba, verduras, cilantro, tofu ahumado y salsa picante con cacahuetes- o la Cabrales. El menú sigue con una lista de cocas, como la jamón DO Teruel; la de escalivada, queso de cabra y romesco; o la de salmón ahumado con crema de queso a las hierbas y espárragos. Deja un hueco para sus especialidades, entre las que encontramos platos como los rollitos de queso de cabra con chutney de mango, los huevos estrellados bio sobre patatas y virutas de jamón o la hamburgesa, de carne bio nuevamente, con cebolla caramelizada y queso de cabra. Te recomendamos también prestar atención a los platos del día, pues siempre dan una agradable sorpresa.

No obstante, si el Tonka Bar ha ganado popularidad es probablemente por su oferta de fin de semana, momento en el que abren para servir desayunos que se acaban fundiendo con el brunch. Como imaginarás, todo milimetrado al detalle, pues el café viene con leche de soja, los batidos de fruta fresca están hechos con zumos naturales, las tostadas son de pan integral -a acompañar con mantequilla y mermelada- y el yogurt es ecológico y lo acompañan con miel y nueces. Además, toda la pastelería es casera, así como el pan de su lista de bikinis. El domingo es, sin duda, el mejor día, pues el brunch llega en forma de delicioso bufet, en el que se mezclan recetas dulces y saladas de su obrador, que se puede complementar con platos de la carta, batidos y hasta vermut. 

Si aún te lo preguntas, Tonka es el nombre que recibe la semilla de Dipteryx odorata, un árbol de legumbres de la familia Fabaceae típico de la zona tropical de América latina, y que tiene una agradable fragancia de vainilla, almendra, cinamomo y clavo. El porqué del nombre es fácil: la chef del lugar viene del mismo lugar que dicha haba.

Ah, comer aquí te costará alrededor de 20 euros. 

Detalles




  • Dirección: C/Marqués de Campo Sagrado, 27 Barcelona