No hay nada que más nos guste que la comida tradicional de toda la vida. Esa cocina que rezuma buen olor, mejor sabor y muchas texturas conocidas al paladar. Y es que a pesar que el minimalismo más creativo sea la tendencia a seguir en muchos de los restaurantes de nuestra geografía, todavía quedan casas de comidas modernizadas, auténtico puente entre lo de siempre y el futuro. El restaurante Fismuler da buena cuenta de ello.

El chef Nino Redruello y su socio Patxi Zumárraga unen fuerzas para traernos lo mejor de la llamada nouvelle cuisine nórdica

El último proyecto del Grupo La Ancha donde la cocina contemporánea sirve como excusa para volver a esos puntos de encuentro gastronómicos de nuestros antepasados para los que el producto natural era lo más importante y las elaboraciones simples, la mejor de las opciones. Elaboraciones de toda la vida que no se pierden en excentricidades y sí en una vuelta a las recetas tradicionales a las que se vuelve sin reparo y mejorando su vuelta al plato.

Un bistró industrial en el que la comanda sobre la mesa es la que manda y la que mantiene el ritmo dinámico en cada bocado de una carta no muy extensa pero que cambia según la llegada de nuevos productos ecológicos o de kilómetro cero.

Una oportunidad de dejarse embobar con platos como sus sardinas en ensalada con pepino, brevas y cebolleta roja; calamar a la parrilla con endivias braseadas; mollejas de ternera glaseada con remolacha y bimi; steak tartar de carne de vaca ahumada en casa con especias cajún; pato Barbarie con crema de maíz a la brasa y chirivía; lubina confitada con emulsión  e hinojo encurtido o una tarta de tres quesos (fresco, curado y azul) que no está en carta y de la que únicamente se hacen dos al día, una en cada servicio. ¿Serás el más rápido en pedirla?  

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