Desde su desembarco en nuestro país, la cocina peruana ha sabido ganarse el paladar local. Todo un éxito para una cultura interesante y de lo más exótica, más que necesaria para entender el cruce de caminos gastronómicos y culturales que hermana a Perú y a Japón. Gaman abandera este movimiento. F: Todas las imágenes cortesía de Gaman.

El chef peruano Luis Arévalo recoge los más interesantes secretos del recetario nikkei para seguir sorprendiendo

A un tiro de piedra del Mercado de La Guindalera, donde hace unos años se estrenó con Kena, Luis Arévalo celebra la fusión de las cocinas japonesa y peruana como homenaje a todos aquellos nipones que llegaron al país de Mario Vargas Llosa a finales del siglo XIX. Una oportunidad de acercarse no solo a una gastronomía única en sus orígenes, sino atractiva en su ejecución y en la delicadeza y mimo con la que las distintas materias primas encajan.

Un Gaman en el que todo esto resulta como la particular obra de arte de este peruano curtido en demasiados fogones como para no resultar excelente. Restaurante que, ya sea a través de carta o de su menú Alma Nikkei, se gana a un cliente conocedor de demasiados restaurantes como para no valorar su excelencia.

De ahí, que surjan platos como su chirashi, el tiradito de atún con salsa de ostras con cítricos, el sanguchito de panceta, las gyozas de calamar, el nigiri de toro con foie o el de salmonete con ajo crocante, el temaki de panceta o de gambas cristal, su udon salteado o sus espectaculares costillas de ibérico glaseadas (Okonomichaufa) capaces de despertar todos nuestros sentidos y crearnos dependencia. ¡Así es la vida del sibarita, chicxs!

P.D.: Ni se te ocurra no probar, de postre, su crema de leche con queso mascarpone, té verde, merengue y fruta de temporada. ¡Todo un suspiro limeño!