Si te gusta la comida callejera y disfrutas de un buen plan sobre la marcha, deberías hacerle una visita al equipo de Gingerboy. Un tailandés cuya especialidad es el delivery y donde las opciones a elegir son tan auténticas que es normal que la boca se te haga agua mientras te rindes a todos sus encantos. ¿Te hace? F: Cortesía de Gingerboy

¿Vas a la carrera y quieres algo rico que poder comer sin necesidad de que te pongan mesa y mantel? Gingerboy es la respuesta a tus deseos si, además, te va la gastronomía tailandesa

La plaza de Olavide sigue sumando lugares con encanto (para paladares exquisitos) con Gingerboy, un pequeño restaurante donde no cabe ni una mesa (solo encontrarás una minibarra con taburetes) pero al que ir, exclusivamente, a disfrutar de una experiencia gastronómica para compartir. Un lugar donde la calidad de sus materias primas es directamente proporcional a lo que se espera de ellas y donde los profundos olores asiáticos nos llegan desde una cocina vista que no pierde el ritmo.

Fusión thai sin más aderezo que el plato en sí (la relación calidad-precio es imbatible) que te pone muy (pero que muy) complicado el tener que decidir sobre uno y otro, y no por la variedad (que entra dentro de lo normal), sino por la pinta de cada una de las especialidades de la casa, que son todas. Así, los rollitos de primavera, el Molavide bao de carrillera, los chicken satay, la sopa de tomate y coco, los dim sum de carne y langostinos, los baos de pulled pork o el gazpacho thai se convertirán en tu obligada elección y en la excusa más que perfecta para volver y acabar así con el resto de la carta. ¡Qué esfuerzo!