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Bru Romero

La comida japonesa te pirra, la china ni te cuento, la mexicana y peruana son tu debilidad y por la india hay veces que hasta pierdes la cabeza pero como la italiana pocas. Y es que son muchas las veces que frente a un plato de pasta (sí, muy Disney todo) se ha parado el tiempo y has permitido que fluya el amor. Por tu plato o por tu pareja pareja de baile pero amor al fin y al cabo. En Giulietta saben un poco de todo esto.

Desvíamos nuestros pasos habituales para desplazarnos al barrio de Canillejas, alejado del gastronómico centro pero que mantiene el fervor madrileño por esos restaurantes donde comer bien en lugares bonitos (qué digo bonitos, rebonitos) y que, además, merecen hasta la propina. Un local, el último en llegar al grupo Le Cocó, para los más fervientes amantes de la cocina made in la bella Italia y que dándole una vuelta a las trattorias de toda la vida, nos garantiza la naturalidad y frescura de su cocina.

Sabores mediterráneos para todos los públicos (incluidos celíacos y vegetarianos) en platos como sacados del recetario tradicional de una mamma auténtica

Una Giulietta que sabe cómo agasajar a sus comensales a base de ricos antipasti como su provolone dulce a la plancha, berenjenas a la parmesana (acompáñalas con unos grissinis), carpaccio de pez espada ahumado o croquetas de patata, mozarella y salami; ensaladas como la de endivias con gorgonzola, miel, mostaza y nueces o de manzana verde con higos y frutos secos para seguir con sus lasañas con tomate y carne o risotto negro con calamares y pulpitos, gnoccis 4 quesos y migas trufadas o tortelloni rosa con foie de oca y trufa, tagliatelle rojo con langostinos y espárragos verdes o pizza con mortadela y pesto de pistacho para terminar con escalopines de ternera con mortadela, queso taleggio y salvia o atún a la plancha macerado al balsámico con espinaca y cebolla.

¿De postre? Pues ya sabrás que no deberías levantarte sin pedirte un tiramisú, unos canutillos rellenos de ricotta, el saquito de Nutella o la pannacotta con chocolate. Solo te faltará que al salir te topes con el Coliseo. ¡Qué maravilla!

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