Parece que hablar de brasas, cuando amanecemos con días grises y más humedad de la que quisiéramos, es como tentar al diablo pero a nosotros ¿cuándo no has importado ir contracorriente? Si hay algo que nos encanta es pensar en el verano. Momento en el que el relax inunda nuestra rutina, el buen tiempo saca lo mejor de nosotros y esas barbacoas tan sugerentes nos hacen celebrar que aún no nos hemos vuelto veganos o vegetarianos del todo. Si te pica la misma onda, Jimbo SmokeHouse es tu hogar, dulce hogar.

Si no eres muy de carne, te aconsejamos que te vayas haciendo a la idea que lo más veggie que encontrarás es su bocata de sardinas o la patata asada con pickles y mejillones

Apostando por la comida americana, esa que salivas nada más verla, y en horario continuo hasta la madrugada, Jimbo SmokeHouse es parada obligatoria de cualquier carnívoro o cualquier persona que necesite de un disloque mandibular de urgencia. Un local de esos que nos entra por el ojo, dado su industrial minimalismo, y devoramos con solo oler los aromas que vienen de cocina. Un lugar donde desabrocharse el botón del pantalón y remangarse la camisa porque se viene a disfrutar comiendo, a gozar con las ricas carnes tratadas a baja temperatura y ahumadas a la manera yanqui.

Un templo ante el cual encomendarnos a la religión de la pura proteína entre bandejas de secreto ibérico ahumado y macerado en ají panca; costillar de cerdo con chili en polvo y ensalada de col; contramuslo de pollo adobado en piel de cítricos y pimienta con mazorca de maíz o su carne mechada (o pulled pork) adobada con azúcar moreno y junto a un puré de patata con reducción de carnes que es gloria bendita. En cuanto al bebercio, espectaculares cervezas artesanas son servidas a gusto y placer del consumidor de manos más que ocupadas.

Si no estás salivando aún es que no eres de este mundo. Para todos los demás, Jimbo SmokeHouse.