España es a los bares como el solazo al verano, y no hay barrio que se precie en cualquier provincia de nuestra geografía que no tenga una serie de pequeños locales de cabecera donde arreglar el mundo desde la mañana hasta que cae la noche y entra la madrugada. Uno de esos negocios es Jurucha, un bar de tapas con más años a sus espaldas que el hilo negro y por el que merece la pena brindar. F: Cortesía de Jurucha

Un ir y venir de tapas, todas ellas increíbles, es lo que vemos cuando pasamos un rato en Jurucha

Localizado en el distrito de Salamanca y desde 1962, Jurucha sigue recibiendo a las nuevas generaciones, porque su experiencia y buen servicio ya hace mucho que quedaron constatados. Un bar de los de toda la vida que te hace sentir como en casa, donde a lo largo de los años se han ido adaptando a los gustos del comensal que buscaba no solo pasar un rato rodeado de risas y esparcimiento, sino llevarse a la boca esa compañía perfecta a unas cañas bien tiradas.

Una taberna donde el equipo, formado por españoles y portugueses, se anticipa a las necesidades más ociosas del cliente; con una variada carta de materias primas traídas del cercano Mercado de La Paz. Un Jurucha cuya merluza laminada (y gratinada) con mahonesa y langostinos es toda una ida de olla, como también el taco de bonito en escabeche con tomate, las croquetas de jamón o de huevo, las empanadillas caseras, las albóndigas de ternera, la brocheta de pechuga de pollo, los huevos rellenos de bonito con salsa rosa o el canapé de ternera mechada gratinado. ¿Te parece poco? Pues prueba, también, el bacalao rebozado con pimientos asados, sus delicias de queso y bacon, las sardinas ahumadas sobre pan con tomate o cualquiera de sus pinchos de tortilla con bonito o con tomate. Saldrás rodando, pero ¡qué alegría!