Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero parece que La Carnaza se perdió esa clase. La hamburguesería del joven cántabro Miguel Crespo sigue dando alegrías y salta de Santander a Madrid con el mismo golpe de efecto que le ha permitido colocar sus burgers entre nuestras favoritas. F: Todas las imágenes cortesía de La Carnaza © La Carnaza.

Si eres de piquito sibarita, pídete la Primigenius: una burger de buey joven sayagués (la raza más antigua de Europa) con la que te explotará la cabeza

Hamburgueserías puede que haya muchas, pero pocas como La Carnaza. Y es que este local situado en la calle Castelló (a dos pasos del Retiro) ha logrado en muy poco tiempo hacerse con una clientela fiel que no se plantea irse a otro sitio. ¿El secreto? Una propuesta corta pero implacable que ahonda en nuestra pasión por la carne buena, sin más aderezo que queso bien untoso y unas patatas fritas de morirse.

Así, La Carnaza es ya todo un templo para amantes de la proteína más pura, los panes más selectos y esponjosos (de Madreamiga) y esa esencia a medio camino entre el rock ‘n’ roll y el mundo de los coches de carreras que se respira en cada uno de sus salones. Una obsesión desmedida por comerse la vida a bocados en compañía de los tuyos, que también cuenta con su opción delivery y take away desde un pequeño local que tienen en la plaza de Olavide, por si no te apetece moverte y lo disfrutas más en casa.

Una cita ineludible con su Good Vibrations (bacon cheeseburger con una salsa espectacular), su Llorona (cochinita pibil, gouda y mahonesa de chipotle), su Johnny Cash (con provolone, mantequilla de cacahuete y aliño César), su Heidi (cheeseburger con raclette de queso, champiñones y mahonesa trufada), su Green Day, (con disco de burger de Heura, queso vegano, rúcula y guacamole) o su Primigenius (de carne de buey joven de raza sayaguesa, de la ganadería Puerta Grande de Carlos del Amo, con queso, cheddar y su salsa especial), que te obligará a saborear cada bocado como si fuera el último.

¿Y de postre? Pídete su tarro de limón o el de chocolate y prepárate. Si todavía no estás babeando, es que no eres humanx.