No es ningún secreto si llegamos a la conclusión que la gastronomía gallega es una de las cocinas que más gustan al comensal. Cliente que ve satisfechos sus deseos más sibaritas e incluso entrañables que sabe disfrutar de unos platos sin desperdicio, de productos de primera y elaboraciones de toda la vida, adaptadas a la nueva onda de sabores y texturas. Y la casa de comidas La Penela, no podía dejar de ser una de sus mejores embajadas.

Si hay algo que el tiempo ha demostrado es que la calidad y extremada ricura de un bocado, nada tiene que ver con la sofisticación del plato en cuestión. Así, la tortilla de patata primorosamente cuajada y la ternera guisada con lentitud, se convierten en los verdaderos pilares de una cocina auténtica que no admite el error.

¿Sabías que además tienen la opción de poder elegir y llevar la comida a casa?

La Penela, se convierte así en una especia de cadena de restaurantes repartidos por todo Madrid (en este caso hablamos de su local del número 87 de la calle Velázquez) y en el que sentarse a comer se convierte en una aventura trepidante, más allá del primer entrante.

Un restaurante que hace alarde de su cocina de producto que divide su carta en cinco apartados, a saber entrantes, mariscos, pescados, carnes y postres. Coordenada más que idónea si pretendes babear por una tortilla de patatas al estilo de Betanzos, un pulpo a Feira que no te puedes saltar o una empanada de zamburiñas, especialidad de la casa. ¿Para seguir? Sus mariscos, según disposición en lonja, pero que tienen en los percebes, las cigalas y las almejas a la marinera su mejor versión, su merluza, rodaballo o mero, mejor elección si hablamos de pescados  o callos a la gallega, solomillo o ternera asada si hablamos del formato más carnívoro. Sabiendo, además, que eres goloso, te aconsejamos no te vayas sin probar sus filloas con crema al caramelo.

Un buen hacer entre fogones a la altura de sus ricos caldos que enmarca un plan de esos que te gustará repetir con amigos, familia o con ese rollete que necesita de un buen empujón para que caiga, definitivamente, rendido a tus pies. Lo que Galicia no consiga…