Descubrir que entre tanto restaurante súper modernuqui como hay por Madrid, todavía existen lugares donde poder comer sobre platos Duralex, despierta los sueños más retro/gastronómicos de cualquiera. Un paraíso para los más entregados al pasado pero con un pie (aún) en el presente y a los que les gusta la propia autenticidad de lo de toda la vida. El destino en cuestión se llama La Revoltosa y es uno de los más visitados establecimientos en llegar a la concurrida Plaza del Rey, en pleno Chueca. 

Platos informales y muy castizos en esta neo taberna donde no preocuparte de que las horas pasen porque estarán bien empleadas

Un lugar al que denominan «para gatos» puesto que hace referencia al sobrenombre de los madrileños y esa afición a merodear, trasnochar y socializar que desde el siglo XVII les precede. Un local donde lo moderno y lo de toda la vida se fusionan, abriendo sus puertas a todo aquel que se deje caer ya sea entre semana como en fin de semana, en plena búsqueda de esas coordenadas diferentes que le convierten en un bar/restaurante tan apetecible.  Y en parte por las opciones de La Revoltosa sobre la mesa que ya sea con sus calamares a la andaluza, la ensaladilla rusa ‘Revoltosa’ con aroma de trufa, la tortilla de patata con salmorejo, los mejillones cocidos en agua de mar, las mollejitas de ternera al Oporto, las albóndigas con pisto, el orinal de pollo empanado con kikos, los casamientos de anchoa y boquerón, las albóndigas de la abuela o los huevos rotos con jamón, despiertan hasta el menos madrileño del lugar.

Mesas con manteles de cuadros, bandejas de rural porcelana y sillas de hierro industrial y madera carcomida no hacen otra cosa que mejorar la ecuación, y con ello el resultado final. Su especializada selección de cervezas caseras provocan que como reza su slogan (‘una taberna para gatos’) se alisten un gran número de parroquianos para disfrutar de su castizo diseño una y otra vez, en looping, y sin medida. Lo que nos gusta, vaya.