Cuando se acerca el fin de semana, la casa del chef Fernando Limón, en Alpedrete, puede ser la excusa perfecta para salir de cualquiera de los centros de Madrid (tiene varios) y experimentar a qué huele la sierra en otoño. ¿Te vienes a La Sopa Boba? F: Todas las imágenes cortesía de La Sopa Boba © La Sopa Boba.

Ya solo por su bombón de aceituna y vermouth, La Sopa Boba bien merece una pronta visita

A escasos 40 minutos de Madrid, y disfrutando de uno de los pueblos con más encanto de la provincia, La Sopa Boba nos abre las puertas para que nos encontremos con Fernando Limón, un tipo de lo más afable y curioso que ha hecho de la cocina más moderna, divertida e innovadora, su particular carta de presentación.

Un restaurante que, en un enclave privilegiado, nos da suficiente idea de lo que se anda cociendo a un tiro de piedra de la tranquila Dehesa Boyal, haciéndonos plenamente partícipes de la particular revolución gastronómica que vive uno de los pueblos más representativos de la sierra de Guadarrama.

Pura cocina española combinada a la perfección con muy selectos toques de cocina asiática, que saben cómo romper las reglas de un recetario tradicional que, con Fernando Limón, sigue evolucionando para la satisfacción de las nuevas generaciones de amantes de la buena mesa.

Un espacio colorista y, en algunos casos, casi infantil que enmarca una puesta en escena totalmente juguetona que no deja indiferente a ningún paladar, por muy delicado que sea. Así, a unas materias primas impresionantes, se les une un saber hacer en cocina que, en algunos momentos, puede recordarnos a un StreetXO, que triunfa por su más sincera y creativa originalidad.

Platos como su rollito vietnamita de edamame con mahonesa de algas, el bombón de aceituna y vermouth, el salmón salvaje de Alaska marinado y ahumado en cafetera, la anguila teriyaki con kimchi de callos, el ramen de alga nori, las gyozas de gambas al ajillo con migas de tempura y salsa de yuzu y miso, la vieira envuelta en panceta de cerdo ibérico con enoki y huevas de trucha, el ravioli de kokotxa de bacalao con morro de cerdo ibérico, el pez mantequilla con salsa XO y espagueti de tinta de sepia, la morcilla de calamares en su tinta con clara frita y yema encurtida, el jarrete de cordero al curry verde o sus burguesas con puré de mango nos dejan boquiabiertos. Y postres como su hamburguesa de fresas o la maceta de chocolate con regadera de maracuyá y gelatina de cereza nos hacen retrotraernos a ese jardín de infancia que empezó a educarnos el paladar. ¡Qué delicia!