Hace escasos meses Bistrot Levante abría en la Placeta Manuel Ribé, una de las más coquetas e inspiradoras del Call, el antiguo barrio judío de Barcelona. Donde en otro tiempo se respiraba el bullicio de mercaderes, viajeros y empresarios de distintas etnias y culturas, ahora se erige este neo bistrot, que se inspira en el jolgorio de las casas de comidas francesas pasado por el filtro de la contemporaneidad, y que fusiona ese espíritu con el pasado multicultural, mestizo y alborotado propio del siglo XIV.

Bistrot Levante es un espacio permeable, alegre y donde la jarana siempre es bienvenida

El interior de Bistrot Levante, crudo, cómodo, elegante y sin demasiados artificios, toma calidez gracias a una suerte de vegetación a base de plantas, que convierten el espacio en una especie de jungla urbana, conectada directamente con la calle a través de la vidriera que se dibuja a lo largo de todo el espacio, un auténtico escaparate a la plaza. Así pues, Bistrot Levante se convierte en un espacio permeable, alegre y donde la jarana siempre es bienvenida.

Un espacio donde leer un libro a media tarde, tomar una copa de vino al anochecer o en el que adentrarse en el bullicio festivo del agradable sonido de copas brindando al son de conversaciones animadas entrada la noche. Tampoco se obvian los agradables momentos que nos puede ofrecer un buen café -de la firma Approachable para ser exactos.

La carta de vinos de Bistrot Levante significa disfrutar de sabores limpios y elegantes que sorprenden por su personalidad, sin necesidad de exigir al cliente conocimientos técnicos más allá de la propia intuición. Además de la clásica variedad de blancos, tintos y rosados, aquí también es posible encontrar otras variedades como el frizzante o el orange.

La carta toma su inspiración de la cocina meze, propia del este del Mediterráneo y de Oriente Medio

Además de una selección de cocktails propios como el Hanan -cachaça, zumo de limón natural, Saint Germain y basílico-, el Jasmin Levante – con ginebra, Aperol, Cointreau y zumo de limón natural-, el martini Persianate – con vodka, vermut rosa, sirope de hibiscus y agua de rosas-, el Ribe negroni -con una receta original a la que se le añade naranja y sirope de pistacho- y su particular Spritz.

La carta es escueta y toma su inspiración de la cocina meze, propia del este del Mediterráneo y de Oriente Medio, y que se caracteriza por servir una cuidada selección de aperitivos pensados para compartir, como las lentejas con tomate seco, berenjena y chalotas; las zanahorias picantes tostadas con yogurt, eneldo y granada; la pita abierta con pollo caramelizado, limón y anís; las albóndigas de ternera con calabaza asada y tahini -todo un hit de la casa-: la ensalada de calabacín, avellanas, parmesano y albahaca; o el boniato y coles de bruselas asados con tomillo tostado y jengibre. Otro de los hits de la casa es el hummus, una receta sencilla que aquí llega a la perfección, quizás por el hecho de que se sirve con pan de pita recién traído de Israel.

Entre los postres que factura la cocina de Bistrot Levante están las tartas como la de pera, jengibre y almendras; la de limón y amapola con ricota; o la de chocolate, pétalos de rosa y pistachos; así como un personalísimo pound-cake de plátano, chocolate y nueces.

Los fines de semana, Bistrot Levante amanece pronto para servir desayunos y brunch a los más hambrientos con el ya distintivo sello meze de la casa. Así pues, se puede probar desde la tartaleta de lebne, mermelada de pétalos de rosa, pistachos, cereales tostados y base de brioche; a una tostada de caballa ahumada con apio nabo, pepino, crema de rábano picante, cebolletas y pan de centeno; pasando por los huevos pochados con hummus, ensalada de garbanzos, feta y pan de pita templado; los cítricos de invierno con jengibre confitado, sirope de vainilla y menta; el sakshuka picante con huevos al horno, yogurt, cilantro y pan de pita; o la ensalada de fruta fresca, servida con miel, sumac y mini bizcocho de almendras; entre otras opciones.