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Bru Romero

Si hay algo que recordemos con cierta morriña de aquellos veranos en los que no levantábamos más de un metro del suelo, eso son aquellos polos que tomábamos después de comer o a media tarde, después de la merienda. Momentos helados con los que soñábamos todo el rato y que disfrutábamos como el mayor de los placeres adultos.

¿Quién no se acuerda de esa tarde de sol infernal en que un polo nos salvó del derretimiento, derritiéndose él mismo por nosotros sobre nuestros dedos? ¿Quién no se enamoró en esa heladería donde servían los mejores ‘frescos’ de la playa? Cualquier recuerdo que tenga que ver con un polo, es alusión a un tiempo que no solo nos saca una sonrisa sino que nos hace sentir gusa y volver a caer en su congelado e innato poder.

Pero, ¿aún se siguen haciendo polos que no sean hielo con colorante y que al primer bocado nos teletransporten al momento en el que fuimos más inocentes y nuestros dedos se pringaban en el primer choque con el palito de madera?

La heladería Lolo abre en Malasaña convirtiéndose en el local con más adeptos del barrio. Nunca en verano se formó tal cola bajo el salvaje ‘Lorenzo’

Un diminuto local en tonos pastel (decorado por Marta Banús) que vuelve a la artesanía del polo de toda la vida, cambiando el hielo por fruta natural triturada y exprimida, y celebrando las virtudes de los productos que no necesitan de cualquier otro aditivo. Un sueño de muchos hecho realidad y que, gracias a la médica y dueña del negocio Azmina Khanbai, ha potenciado el gusto por lo glacial en el número 16 de la calle Espíritu Santo.

Polos para tomar allí, para disfrutar en la calle o para su formato take away que tienen en lo atrevido y loco su particular carta de presentación. Yogur y cardamomo, pomelo y anís estrellado, pepino y lima o fresas o pimienta son solo algunas de las combinaciones que competirán con sabores únicos como el de kulfi indio, aguacate o chocolate, verdaderos caprichos helados para el niño y para la niña o para el trasnochado que en vez de irse de after, prefiere bajar la melopea a chupaditas. ¿Quién se apunta a unos ‘lolos’?

 

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