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Bru Romero

Cierto es que, aunque parezca fácil hacerlas, las pizzas son como una buena tortilla de patata: no todas las manos saben dar con la fórmula perfecta. Por eso, lo más seguro es que hayas ido dando bandazos de restaurante en restaurante intentando dar con esa pieza de masa fina que entra por la boca alegrando todos los sentidos. Algo muy parecido a lo que nos pasa en López & López, la pizzería a la que si aún no conoces, deberías atacar. F: Cortesía de López & López

El prosciutto de Parma, el pecorino y la gorgonzola de productores artesanos y los tomates de las laderas del Vesubio son solo algunas de sus armas gastronómicas para enamorarte sin freno

Tienen dos establecimientos en Madrid, uno en Lavapiés y el otro en Malasaña; pero quizá el primero es el que más nos atrae porque la historia empezó allí. Una historia que la madrileña Raquel Flores comenzó a escribir en el local contiguo (la Antigua Taquería), donde viendo el éxito que sus platillos aztecas tenían entre los comensales, se lanzó a abrir un italiano sin salir de la manzana. De ahí que López & López se haya convertido en el hotspot definitivo de los gourmands de la zona que, en épocas de confinamiento, se han adscrito a su delivery del que se encarga Deliveroo.

Un verdadero paraíso para esas papilas gustativas que gustan de pizzas de larga fermentación y de una materia prima, traída de Italia, sin aditivos extra que les robarían su autenticidad. Un local por el que dejarse caer en plan chorreo constante, pues Flores ha aprendido el noble arte de la pizza junto al manchego Jesús Marquina (de Kilómetros de pizza), lo que le ha llevado a despejar la incógnita de la perfecta pizza y así dar al cliente lo que iba buscando.

¿Qué hay que pedir? Pues, sin duda, la pizza Marinara, la Funghi, la Murciana (con berenjena y calabacín), la Madrileña (con boquerones en vinagre), la di Bufala o la Cántabra (con anchoas, queso manchego y orégano calabrés). Todas listas para llevar, recién hechas y con la compañía que unos vinitos italianos o vermús podían ofrecer, pues no hay nada mejor que un Perucchi para coronarte y sentir que el parcelamiento domiciliario no es tan aburrido como nos parecía.

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