¡Quién le iba a decir a una pareja de gemelos belgas que lo suyo iban a ser las pizzas, y nada menos que en Madrid! Cosas más raras se han visto, pero el destino es caprichoso y el mundo gastronómico aún lo es más. No podemos negar, sin embargo, que los hermanos Massart han dado en el clavo con Massart Pizza; y es que los dos locales de los que ya disponen en la capital están siempre a rebosar. ¿Curiosidad o es que están ricas de verdad? Doy fe de la segunda opción. F: Cortesía de Massart Pizza

Nicolás y Gilles Massart vinieron a Madrid hace 10 años, cuando terminaron sus estudios universitarios. Lo que iba a ser algo temporal se convirtió en una auténtica historia de amor con la ciudad que les acogió, donde comenzaron una carrera gastronómica que ha durado hasta hoy con las pizzas como seña de identidad. Sí, pizzas.

Pizzas finas, crujientes, bien cargadas y a las que no les falta ningún detalle es lo que encontrarás en las dos pizzerías Massart Pizza de la capital

Un proyecto, Massart Pizza, que veía la luz en un pequeño local en Moncloa; y que, dado su gran éxito, les obligaba a abrir un segundo establecimiento en Goya, en el mismo emplazamiento en el que un día estuvieron los cines Tívoli. Dos puntos de peregrinación para los amantes de las buenas pizzas (y alguna que otra especialidad italiana), que no dejaron de saborear las deliciosas creaciones de estos hermanos disfrutones que han roto las reglas del juego sin perder su esencia primigenia.

Y, entonces, ¿qué pedimos? Pues deberías empezar con su provolone fundido y salsa pomodoro o la burrata con dúo de pesto para ir abriendo el apetito. Después, nada mejor que elijas entre sus pizzas Margarita, Campesina (con pollo asado y bacon), Roquefort, Montesa (con queso de cabra, pancetta italiana y miel), Huerta (con crema de queso, champiñones y calabacín) o la Parmesana, para disfrutar con la potencia de sus sabores; y proseguir con unos ravioli de calabaza, unos fusili con paleta ibérica y pesto o su ensalada Romana, que nada tiene que envidiar a la típica César.

¿Has dejado hueco para el postre? ¡Lo sabía! No te olvides de pedirte el tiramisú (a su estilo), pues merece la pena ir aunque sea exclusivamente para probarlo. ¡Buen provecho! Y… ¡viva Bélgica!