Cuando la gastronomía y la magia se unen, pueden construir algo realmente increíble. Y si no, que se lo digan al carismático Carlos Pérez, que no solo sigue despachando impresionantes platos desde su Oceanika, sino que además nos sigue ilusionando (como el primer día) gracias a unos trucos culinarios, sabrosos trampantojos, de lo más inolvidables. F: Cortesía de Oceanika

¿Empezar la comida con una cafetera en la mesa, seguir con unos churros y acabar con un sushi de postre? En Oceanika sí se puede

Cumplir cinco años en Madrid no es tarea fácil, y más dentro del cambiante sector de la hostelería. Oceanika los cumple, y con ello se merece todo nuestro aplauso y respeto. Desde hace un lustro, sus sabores criollos han enamorado al personal, y parte de la culpa la tiene una puesta en escena que, sin querer apuntarse al carro de la vacía cocina espectáculo, es todo un show. Pero un show que mola, por el que merece la pena pagar el billete y que vale todo nuestro tiempo que ya no es de oro, sino de platino.

Un punto de encuentro de lo más amable y disfrutón para el que nunca se está preparado, porque siempre te sorprende. Un local donde la comida le sirve a Pérez como perfecta excusa para seguir alegrándole el día a un cliente que, habiéndolo visto todo, sigue pasando por el aro y embobándose como un niño pequeño. Un restaurante donde la fuerza transmutadora de cada uno de sus platos te acompaña a otra dimensión, y no te suelta hasta que en tu cara se note la verdadera ilusión del inocente.

Un Oceanika, muy pequeño y alejado del bullicio escandaloso del centro, donde solo tendrás ojos para platos como su temaki a la andaluza, los churros con chocolate (vienen con sorpresa), el ceviche a la llama, su lomo saltado, la cafetera desestructuradora (sin palabras), un crujiente ssam de chicharrón de pulpo con cebolla y salsa tártara, su tiradito de atún al estilo nikkei con salsa de soja y palomitas para ‘mojar’, unos cucuruchos de cochinita pibil o ají de gallina o el sweet sushi, que es otro rollo. ¿Algún cóctel para acompañar? Deja que su maravilloso camarero te aconseje. Estás en muy buenas manos.