En 2015, en unas antiguas cocheras de la Calle Londres, Barcelona ganó algo más que una pizzería: ganó un punto de encuentro. Sin pretensiones, sin mantel y sin artificios, Berta Bernat y Marcos Armenteras apostaron por una idea sencilla: buena masa, diseño industrial y un ambiente que invita a compartir mesa. Diez años después, Parking Pizza celebra una década de éxito con nueve locales entre Barcelona y Madrid, manteniendo intacto ese espíritu de lugar honesto y bien hecho que conquistó a la ciudad desde el primer día.


Masa, diseño y comunidad
Parking Pizza tiene algo que no se copia: espacios amplios, hornos de leña que son el corazón del local y largas mesas que hacen que acabes hablando con quien tengas al lado. Su propuesta culinaria es tan directa como efectiva: masa de larga fermentación, recetas mediterráneas personales y un toque crujiente que ya es marca registrada. Aquí se come rico, sí, pero también se está muy bien.
Una familia gastronómica con ADN propio
El universo Parking no se quedó en la pizza. En 2017 llegó Parking Pita, con panes rellenos y guiños a Oriente Medio; en 2021, Parking Sótano, centrado en brasas y sides irresistibles. Todos en antiguos garajes, todos con ese mismo lenguaje industrial y cálido que define la marca. El resultado: tres conceptos diferentes que funcionan como una sola familia, coherente y absolutamente reconocible.


Un proyecto que sigue creciendo
Tras el fallecimiento de Marcos, Berta lidera el proyecto con la misma claridad y cariño con el que nació. Rodeada de un equipo sólido, mantiene la esencia y mira hacia adelante con la confianza de quien sabe que aún quedan muchas pizzas que sacar del horno. Parking Pizza no solo celebra diez años: celebra la consolidación de un estilo de comer, compartir y disfrutar muy de aquí, que ya es insignia de la ciudad.