No por mucho aparentar, la comida va a saber mejor, y es que en un momento en el que el filtro campea a sus anchas y todos parecen querer alimentarnos por el ojo, se nos aparecen restaurantes como Playing Solo, un auténtico trébol de cuatro hojas que nos alegra el día. F: Todas las imágenes cortesía de Playing Solo.

Los dos menús degustación que propone Luis Caballero responden a su obsesión porque disfrutes y salgas de allí con la idea de que no has perdido el tiempo

Un pequeñísimo local en pleno Chamberí que resulta como un verdadero verso suelto entre toda la propuesta gastronómica de la capital, que no es poca. Un espacio gastronómico desde donde opera el chef Luis Caballero, cocinero que recupera aquellas izakayas japo donde las maduraciones, los fermentados y los encurtidos siempre han resultado recetas casi mágicas de generación en generación.

Un Playing Solo cuya sensibilidad se palpa de la misma manera que el jazz roza el corazón y cuya barra enfrenta a los comensales con un chef, en estado de gracia, que sabe de qué manera enganchar con un público que sabe que está ante algo poco común.

Una intimidad que se consigue al apostarse todo a un espacio casi diáfano donde el sentarse a degustar los ricos platos de Caballero resulta una completa eucaristía, y donde sus platos minimalistas y potentes en umami hacen el resto.

Una deliciosa partitura de materias primas que no resultan nada discordantes en su mezcla, y que al ritmo de su esencia kaiseki, técnicas francesas, productos de Madrid y del Cantábrico y un emplatado que nos hace sentir como en Noruega, seduce y alimenta en las mismas proporciones.

¿Qué pedimos? Cualquiera de sus dos opciones de degustación te irán más que bien. Una corta y otra más entretenida, con opción vegana. ¿Qué encontraremos? Pues desde platos como su sashimi de vieira curada en sake y kombu o bombón de conejo de campo y hoja de begonia con gelatina de sochu a una pintada de Las Landas con salsa vin jaun o un somen con unto gallego y carne de centolla, pasando por su espárrago blanco en salsa láctea de koji con polvo de ajo quemado, la brandada de bacalao con caldo dashi y miso y una trucha curada acompañada de ikura y salsa de yogur de vaca ahumado. Tan cambiante y temporal como el producto llegue al mercado. ¡Una delicia!