image description
*Close
  • By Julia Pont

Plesh, la revolución del placer no culpable

Plesh, la revolución del placer no culpable

Encontrar el snack perfecto para picar entre horas es complicado. Pero tras meses de expectación, parece ser que ha llegado el snack del futuro: Plesh, y lanza la respuesta a una de esas preguntas, tan complicadas de responder como cuál es el sentido de la vida: ¿se puede disfrutar de una chocolatina como las de toda la vida, de forma saludable?

Lo que empezó como una idea atrevida en el mundo digital, ha saltado del e-commerce al estante físico. La startup, nacida en Barcelona, apuesta por el sabor sin excesos. Encontrar el equilibrio perfecto entre sabor, nutrición y conveniencia no es fácil, pero un sueño ha de empezar en una premisa sólida, y ellos la han encontrado: ingredientes reales, sin azúcar añadido, cargadas de fibras prebióticas (más del 20%) y con una dosis de proteína que, realmente, alimenta (hasta el 19%). El resultado final está pensado hasta el último detalle junto a pasteleros expertos, y producto local. Todo esto da como resultado lo que ellos mismos definen como «el futuro del placer».

Las caras de detrás de Plesh

Sus fundadores, Jaume Betrian, Juan Umbert y Adrià Colominas, tienen algo en común: están obsesionados con la buena comida y con la idea de que un dulce puede ser mucho más que un capricho. Pero no están solos: figuras clave del deporte y la cultura popular como Marc Gasol, Rudy Fernández o Gerard Piqué han apoyado el proyecto y su visión, haciendo que Plesh pegue el salto al gran consumo y llegue a nuestras vidas en sus dos formatos: barritas y grageas de chocolate, disponibles en deliciosos sabores como chocolate negro con almendra crunchy y choco-leche con caramelo, y chocolate negro y sal marina, y choco-leche con salty-caramel, respectivamente.

Y llegados a este punto, lo sabemos: te apetece probarlo. Plesh ya se puede encontrar en tiendas físicas como Bonpreu, Cal Fruitós, e incluso en lugares tan estratégicos como aeropuertos y estaciones de tren. Porque el placer debería de dejar ser menos culpable y más sabroso, y oye, algunos sueños sí se hacen realidad.