Que un restaurante se ponga de moda no siempre es símbolo de éxito. El boca a boca muchas veces puede estar escacharrado y más importante que convertirse en punto de encuentro must es que los clientes vuelvan a reservar. Al fin y al cabo, los restaurantes de comida rápida siempre están llenos y no por sus impecables delicias sobre la mesa (eso si tienes mesa). No pasa esto con Pointer, restaurante al que no solo la gente desfila en peregrinación sino que además repite con la plena satisfacción de saber que volverán a sorprenderles.

Los mismos socios que fundaron Teckel vuelven al argot canino (y al vanguardismo internacional) para inaugurar Pointer, su apuesta por la experimentación de sabores menos conocidos

Un restaurante que teniendo a la Plaza de Colón como particular encuadre, defiende una cocina internacional con el producto mediterráneo como preciado punto a su favor. Un local regentado por el chef madrileño César Galán que se juega todos los vapores y rehogados al mejor sabor de cada rincón del mundo y que en muchos casos roza la complicada perfección.

Su horario abierto, su diseño interior mezclando estilos y ambientes y un servicio intachable acompañan a una oferta gastronómica ante la que lloramos por no poder probarla toda de una reserva y tener que dejar hueco para otro día.

Así, sus croquetas de pollo en pepitoria o las de picadillo leonés con queso de Mahón, las navajas Nikkei con ralladura de lima y mahonesa, los langostinos tempurizados con salsa kimchi y ensalada de canónigos, los buñuelos de morcilla y miel de caña, el salmorejo con tomates rosas con centolla, el mac&cheese a la americana, el black angus trinchado con mantequilla trufada o el sandwich de langosta con salsa mernier y patatas fritas. Y si eres goloso hasta la enésima potencia, no te vayas sin probar la tarta de Banoffe o lo que es lo mismo, la dosis de dulce de leche, galleta, plátano y crema que necesitas para salir como unas castañuelas y querer volver a.s.a.p.