De la misma manera que cuando te gusta un director de cine o un actor, te ves todas sus películas (o al menos lo intentas), ocurre lo mismo con un grupo de restauración. Si has comido en Pointer, te has relamido en Teckel y has repetido postre en Chow Chow, lo más seguro es que no te quieras perder Pomerania. Un nuevo miembro de la familia más canina del mundo gastro, el grupo RanTanPlán, y las nuevas coordenadas si quieres seguir sabiendo que a la llegada de la minuta tu sonrisa se extenderá de oreja a oreja.

El inicio de la calle María Molina es testigo del último ladrido de RanTanPlán que está dando la vuelta a la nueva manera de entender la gastronomía en la capital con tremendo acierto. Grupo que ahora vuelve a la carga con Pomerania, un local donde los sabores nos recuerdan a los países nórdicos pero tocados con ese regusto a mediterráneo que tan bien nos queda.

¿Quieres regar la comida con buenos vinos? En Pomerania pocas denominaciones de origen faltan. Tampoco se olvidan de los espumosos

Una cocina de productos de la tierra cuya personalidad reside en Gonzalo Menéndez como director del proyecto y cara visible de una propuesta gastro de lo más interesante. Platos de una calidad extrema y gran mimo a la hora de tratar la materia prima, una carta variada en la que no falta de nada y aventurarse a lo desconocido no es ningún riesgo.

¿Qué deberías pedir? La burrata (plato estrella), el ajo blanco de chufa con tartar de melón y anguila ahumada, tiradito de caballa soasada y salsa ponzu, tartar de atún rojo con chanquetes y huevo, mejillones thai al wok, zamburiñas a la brasa con mayonesa de chiles coreanos, falsa lasaña de carabineros, lubina a la sal, sapito a la meuniere trufada, verduras a la brasa con salsa romescu, lenguado noisette, milanesa de ternera con huevo y pimientos de Padrón, medallones de rabo de toro, abanico ibérico con parmentier de sobrasada, limón y romero… y podríamos seguir pero ¿para qué volver locas a tus papilas gustativas?

Tanto si te has quedado con ganas de más como si lo tuyo es dejar hueco para el postre, no te vayas sin probar su torrija con salsa de cítricos y helado de leche merengada. Y es que es pensar en ella y desear volver mañana mismo.