Madrid ha probado, sobradamente, su interés por las cocinas de cualquier cultura, civilización o lugar por muy extraño o recóndito que sea. Si quisieras, podrías recorrerte cual Willy Fog la geografía mundial de restaurante y restaurante y sin pasar por aduana. Gastronomía griega, turca, mejicana, japonesa, china, peruana, brasileña, cubana, nikkei, inglesa, francesa, alemana, hindú y así un no parar de enumerar. Pero ¿y chilena? También existe un lugar donde poder degustar sus ricos platos. ¿Nos vemos en El Regreso del Winnipeg?

La cocina chilena surge como resultado de la combinación de la tradición típica indígena frente al aporte colonial español. ¿Preparados para dejarnos conquistar por ella?

Recibiendo su nombre de aquel barco con el que el poeta Neruda consiguió llevar a exiliados afines a la República a Chile y localizado en pleno barrio de La Guindalera,  este local de muy humilde estética esconde una de las más variopintas gastronomías que se conocen.

Verdadera mezcla de texturas, sabores, ingredientes y materias primas y maneras de ejecutarlas de muy distinta procedencia (España, Italia, Alemania y el pueblo indígena autóctono de la propia Chile) que conforman la conocida cocina chilena a la que no dudarás en hincarle el diente.

Regentado por Agustín Álvarez Klein, en el Winnipeg se come por verdadero gusto a lo desconocido y entrega a las experiencias a las que no estamos tan acostumbrados. Una cocina que mima el producto pero mucho más al cliente que se sienta a degustar las maravillas que el país ofrece y que tanto en la comida como en la bebida nos convierten en auténticos exploradores culinarios.

Si vas no dudes en pedir su aguacate relleno de gambones, la cazuela de vieiras a la parmesana, su empanada de pino frita, la corvina a la plancha con puré y ensalada chilena, la rica chorrillana (ternera, huevo y cebolla sobre patatas fritas), el charquicán (jugo de carne y huevo a baja temperatura), sus potentes carrilleras al merkén sobre puré o un sándwich chacarero (ternera, tomate, judías verdes y ají) si eres de emociones fuertes. Todo ello regado por un par de copas de buen vino blanco o tinto de muy especial procedencia o unos piscos si te va la marcha. ¿Te animas? Nosotros, ¡por descontado!