Hace unos años el Beltxenea cerraba en el 275 de la calle Mallorca, mientras la burguesía catalana del Eixample Derecho observaba cabizbaja cómo uno de los locales insignes donde dejarse ver bajaba la persiana. Lo que pocos imaginaban es que media década después reabriría con el mismo encanto pero dejando ese halo demodé en el que había caído en los últimos tiempos. Clásico, solemne y con mucha clase, así se puede definir el Rilke, que renace y toma prestado el nombre del poeta austríaco de principios del s. XX. De nuevo, un lugar donde dejarse ver, aunque en un ambiente más contemporáneo y que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin hacer asco alguno a la solera y su solemne pasado.

La interiorista Yolanda Vilalta ha sido la responsable de dar una segunda vida a este espacio

La interiorista Yolanda Vilalta ha sido la responsable de dar una segunda vida a este espacio, que da la bienvenida -tras entrar en el pertinente portal y subir las escaleras- con una coctelería entre clásica e innovadora. Obviamente, tal invento solo podía venir firmado por el Grupo Confitería que, además de haber reabierto dicho bar en la calle Sant Pau 128, es también el responsable de servir los mejores tragos de la ciudad en el Paradiso, Dr. Stravinsky (C/Mirallers, 5) o L’Alegría. La perfecta antesala del Rilke abre cada día a partir de las 19:00 horas y se presenta como el lugar perfecto para tomar un cóctel o cualquiera de los snacks de su carta, ya sean las ostras con whisky Laphoraig, la cecina de toro, los buñuelos de bacalao o los boquerones marinados con limón y aceite de oliva. Entre sus combinados podemos encontrar desde el Labelle, una revisión de la tradicional sangría con vodka, brandy de albaricoque, jerez fino, yuzu, aceite de naranja, soda de manzana, cava y marialuisa; al siempre afrutado y exótico Festival, con cupacana, pomelo, limón dulce, guayaba, frambuesa, canela y cardomomo; o el sorprendente Beltxenea, un tributo a los orígenes a base de The Macallan Amber, Laphroaig, limón dulce, agave, jingebre e hibisco. Tampoco faltan los clásicos de la coctelería para cerrar una carta que bien sirve tanto de aperitivo como de sobremesa en el Rilke.

Clásico y confortable, aunque moderno a rabiar, el restaurante sirve recetas infalibles bajo el mando del siempre infalible Rafa Peña del Gresca y Jaime Tejedor del Saüc

El plato fuerte, pero, se sirve en el precioso comedor interior. Clásico y confortable, aunque moderno a rabiar, el restaurante sirve recetas infalibles bajo el mando del siempre infalible Rafa Peña del Gresca y Jaime Tejedor del Saüc, y bajo el paraguas del Grupo Kafka (Bananas, The Corner), que abre con Rilke su proyecto más gastronómico. No podemos imaginar tándem mejor, y más aún si tenemos en cuenta el nivel de la coctelería previa. La cocina tiene ADN catalán, aunque con un punto más refinado y asombroso que la receta original en la que se inspira cada plato, un paralelismo que podemos trasladar al binomio Beltxenea/Rilke. Entre los entrantes fríos podemos encontrar recetas como la torrija de escalivada, sardinas y sofrito; la caballa con berenjena y crême fraiche o la ensalada de codorniz y calçots. Imprescindibles también son entrantes calientes como el huevo con setas y zumo de pollo asado; la parmentier con lechales de ternera, ostras y cebolla; o el canelón de faisán. Los segundos tienen una distinción tan clásica como acertada: pescados y carnes. Entre los favoritos de la casa están el bacallà amb samfaina, los calamares a la carbonara, el cerdo ibérico con calabaza y patatas, la terrina de ternera con alcachofas o el cordero confitado con con espinacas a la catalana. Quién da más.

Todo por alrededor de 40/50€, dependiendo del vino con el que se decida bañar la comida. Lo mejor de todo, no obstante, es gratis: las vistas a un impresionante patio interior, escultura incluida.