Por muy loco que nos pareciera, las fusiones se han incorporado al recetario tradicional como una elaboración más. Sinergias que mejoran el resultado final y que, desde su atrevimiento, dan rienda suelta al paladar para que descubra que en gastronomía el único límite es el que nos ponemos a nosotros mismos. Un precepto que tienen más que claro en Ronda 14, un restaurante peruano (con guiños asturianos) que se apuesta todas sus cartas a la cocina nikkei, y gana. F: Todas las imágenes cortesía de Ronda 14 © Ronda 14.

La cocina non-stop de Ronda 14 nos permite que no lleguemos apurados a ninguna comida o que podamos marcarnos un buen afterwork antes de lo previsto

Y es que este restaurante, regentado por el chef Mario Céspedes (junto a Conchi Álvarez), donde corrientes tan dispares como la cocina asturiana o la gastronomía peruana sacan lo mejor de cada una, se abre al público como una auténtica rendición a la esencia nikkei que, como sabrás, es una de los afluentes más interesantes de la gastronomía de Perú. Toda una retrospección hacia aquellos trabajadores japoneses que llegaban al país andino en busca de un futuro.

Un Ronda 14 donde la mezcla de estas tres corrientes bien diferenciadas, junto al buen hacer de un Céspedes en estado de gracia, nos permite adentrarnos en una experiencia de sabores, texturas y mucho pisco sour que paladearnos que si no es alta gastronomía, poco le falta.

Así, a su ceviche nikkei con puré de boniato o a su tiradito a la crema de ají amarillo se les unen platos como el roll de mar y montaña (langostino y carne roja asturiana) o el de atún picante, el gunkan con tartar de vieiras, las gyozas criollas de ternera y manitas de cerdo o los cachopinos de ternera (asturiana, claro está) con queso de cabra y setas que nos resuelven la papeleta con un 10, y nos dejan espacio para hincarle el diente a esa tarta de queso azul con helado de frutos rojos, que nos recuerda que del Cantábrico a Perú tampoco hay un trecho tan grande.