La comida italiana a todo el mundo le gusta. Una mezcla de hidratos a granel, materia prima de primera y esa esencia mediterránea que nos seduce a cada bocado hace muchas veces que no podamos resistirnos a unos sabores claramente reconocibles y, totalmente, adictivos. Pero si le añadimos el plus de hacerlo en un lugar mítico y de corte vintage, nuestra opción será, sin duda, la ganadora. ¿Ponemos rumbo a Rugantino?

Su excelente propuesta de clásicos a la italiana y el buen hacer de su servicio contarían, sin duda, con la aprobación de Sophia Loren

Dicen que es uno de los restaurantes de cocina italiana más antiguos de Madrid y nosotros no vamos a decir lo contrario. Llegó en el 73 y desde entonces esta casa-cueva diseñada por Noldi Sherck ha sido el escondite de los más entregados amantes de la pasta en todas sus versiones y del resto de la gastronomía italiana que copioso y demasiado interesante.

Un local multi-espacio donde disfrutar en función de la compañía con la que vayas y que basando su propuesta en auténticos platos made in Italy permiten que nos demos cuenta de que no estamos perdiendo el tiempo sino apuntándonos un tanto a nuestro marcado gastro-sibarita.

Un restaurante donde la calidad y el precio van de la mano, a través de propuestas nada minimalistas (vamos, que no te quedas con hambre) y opciones tanto para compartir como para gozarte en la más estricta “intimidad”. Celebramos así el chute de sabor de platos como su mortadela gloriosa tartufata, crema fría de tomate italiano, chipirones y calabacines fritos con salsa pomodoro, burrata con confitura de tomate, steak tartar aderezado al gusto, fettucine Alfredo con langostinos, macarrones con tomate y guindilla, gnocchi frescos de patata en salsa pesto de almendras, pizza de setas y scamorza o jamón con mozzarella y tomate o su clásico escalope a la milanesa que habla por sí solo, tanto o más como sus postres. Mamma mía, Rugantino!