Siempre hablamos de las gastronomías vasca, andaluza, gallega o catalana como referentes en cuestiones culinarias patrias. Pero hay muchas más y muy variadas. Pocos son los que hablan de la manchega por austera, sencilla, tradicional y quizá poco innovadora pero solo hace echar un ojo a la maneras de chefs como Manuel de la Osa, Pepe Rodríguez o Iván Cerdeño para darse cuenta que nos queda aún mucho por descubrir. ¿Y si hablamos de Santerra?

Muchos éramos los que hace unos meses nos frotábamos las manos con el desembarco de De la Osa en la capital. Una aventura que ponía su broche a escasos meses de su inauguración pero que no ha cortado las alas de su jefe de cocina, Miguel Carretero, que con tan solo 26 años no solo se ha hecho con el renovado local sino que vuelve a apostar por lo típico de Castilla- La Mancha como pura esencia de unos sabores que valen la pena seguir paladeando en Santerra.

Miguel Carretero idea un menú degustación (dispuesto para comidas y cenas) en caso de que te cueste decirte y pretendas bucear entre las raíces de la gastronomía de La Mancha

Un local que reinterpreta las memorias de toda una vida y los recuerdos familiares del chef Carretero que sin excederse en una carta de opciones más corta que larga resume a la perfección la esencia de una autonomía de producto rotundo, auténtico y de bosque bajo. Una carta dominada por los escabeches, los platos de caza o rica cuchara.

Un restaurante que nos enfrenta de lleno a platos como el mini merengue de setas relleno de untoso paté de paloma; las sempiternas (y siempre tiernas) croquetas de jamón; la ensalada de perdiz escabechada; los chipirones asados con caldo de cebolla; el melón con huevas de trucha; la trucha al curry; las albóndigas de cierva estofada; el arroz con conejo o unos callos madrileños en agradecido guiño a la provincia que abre los brazos a Carretero.

Un local a dos alturas, donde la sala-comedor se sitúa en la parte inferior (en la parte superior encontramos la barra donde se despachan deliciosas tapas y medias raciones), y que dirigida por Alfonso Vega defiende a la perfección el paso decidido que restauradores mucho más jóvenes a los que estamos acostumbrados vienen dando para mayor disfrute de los más foodies de la capital. Sinceramente, ¡bravo, valiente!