En Madrid, cuando un restaurante tiene éxito hace arder como polvorín los pinreles de los ‘gastrofoodistas’ más curiosos. Es complicado guardar un secreto en la ciudad y más aún, cuando no siempre las prácticas guías de ocio te descubren lo mejor, sino lo más de batalla o lo más mainstream. Pero ¿qué hay de aquellos baretos o restaurantes destartalados a los que nos da miedo entrar, pero que en su interior esconden un diamante gastronómico en bruto?

Soy Kitchen responde a lo anteriormente mencionado. Situado en plena (y castiza) Plaza de los Mostenses, su imagen exterior es tirando a vintage, destartalada y no siempre invita a entrar, pero una vez superados estos juicios basados en una realidad, nos alegramos de haber pasado al lado oscuro y haber salido de nuestra zona de confort.

Regentado por un tal Jongping Zhang, al que todos llaman Julio, Soy Kitchen plantea un tipo de cocina que intriga pero seduce: no tienen carta ni platos que repitan sino que ofrecen propuestas según el producto que Julio haya comprado ese día en el mercado de la plaza. Platos pop-up, anónimos que plantean fusión y estética moderna y que no defraudan una vez comidos. Creaciones que adapta según la misiva del nervioso comensal que descubre cómo sobre la mesa van pasando platos de ingredientes orientales y aliños japoneses, chinos, coreanos o incluso thai.

Nunca el dicho «las apariencias engañan» tuvo tanto sentido

Texturas que juegan en boca con los sabores a descubrir, por vez primera, y que posiblemente tengan en un cóctel de gambas y erizos, un revuelto de setas sobre tallarines con ternera, una ración de frescos pescados tailandeses con Malibú o unos rollos de pasta de arroz cubiertos de copiosa salsa agridulce, tu razón para aplaudir, agradecer, pagar y volver.

No sabemos cuánto tiempo podrá este pez pequeño surcar los mares solo, pero hasta que un pez aún mayor se quiera asociar con él, tienes tiempo para dejarte caer, previa reserva, y colocar tus reales posaderas en alguna de las cuatro mesas, no más, de este exclusivo restaurante que no se jacta de ello, sino que planta cara a otros locales que prometiendo más, dan mucho menos.