Hay restaurantes que se convierten en la sensación veraniega pero pasada la temporada estival no saben cómo venderse para seguir en la brecha. Otros, mientras tanto, no solo no saben seguir manteniendo el tirón sino que además dan con la fórmula del éxito para que la suerte les siga acompañando y el boca a boca marque a su favor. La cocina de Sugarcane es un ejemplo de ello.

Una cocina variada como gustos hay en el horizonte y un horario abierto que se adapta a tu capricho son los aciertos de un Sugarcane que no decae

Si en el estío su preciosa terraza con sombrillas de brezo nos hizo caer rendidos a sus pies, Sugarcane y el interiorismo de Patricia y Alejandro Pombo mantienen la llama aún viva y las ganas de seguir dejándonos caer como una constante en nuestro gps foodie particular. Un local que te hace sentir como en casa por lo acogedor de su propuesta y por una clara fijación por la gastronomía sudamericana, árabe, asiática y norteamericana como auténtica fusión.

Un barrio de Salamanca que ve en este restaurante de cocina libre de horarios (ya que puedes desayunar, comer y cenar a la hora que te de la real gana) y apuesta viajada y cosmopolita, cómo los creadores de aquel otro local llamado Midtown siguen por el buen camino. Algo complicado en Madrid dada la oferta.

Un Sugarcane del que no queremos salir sin haber probado antes sus rollitos vietnamitas de ternera; el steak sándwich de entrecot, provolone y sofrito de pimiento amarillo; el salmón en miso con ensalada de berros; el duck fried rice con salsa mongolian; la burrata nipona con higos pochados y salsa japonesa; la ropa vieja cubana y los bastones de berenjena en tempura de miel y caña o sus croquetas wagyu, las gyozas de pollo y verduras o el taco de pork belly cuyo braseado nos emboba el paladar.

Una aventura pensada para vivirse en grupo, donde disfrutar también de sus cócteles ya sea en barra o en mesa y donde el broche final lo pone su tarta de limón para darte cuenta a golpe de cuchareo de que los milagros también suceden y, muchas veces, los tenemos a la vuelta de la esquina.