Hubo un tiempo en el que el barrio de Salamanca empezó a coger carrerilla, gastronómicamente hablando, para modernizarse y poder competir con el centro. Momento en el cual comenzamos a darnos cuenta de qué manera el barrio daba en la diana y conseguía teñir esa imagen tan estirada en un perfil mucho más en la onda de lo que pedía desde el foodie más sibarita al más trotero. Y es en este momento en el que un restaurante Sushi Bar Hannah hace posible que la magia ocurra.

Y lo hace casi de manera secreta, pues son los bajos de El Corte Inglés de Serrano los que acogen a este punto de encuentro de lo más variopinto y donde su éxito nos llega gracias a un boca a boca como pocos. Una izakaya (ya sabes, las tabernas japonesas) donde lo mejorcito de la cocina japo se abre ante ti como el país de las maravillas se abría ante Alicia.

Precios asequibles y un gran talento (en cocinas) para sacar partido de la creatividad nipona son los puntos fuertes de una izakaya como el Sushi Bar Hannah

Un negocio regentado por Daisuke Shimoyama y Janek Flemyng que en un completo mano a mano y una equilibrada propuesta gastronómica saben despejar la incógnita que nos llevan a los bocados más espectaculares y usando, en la mayoría de los casos, producto 100% patrio.

Un restaurante en servicios para 22 clientes que disfrutan de una carta cada vez más variada y a precios de lo más ajustados. Platos fríos o pasados por la robata que mantienen esos sabores que los convierten en únicos y nos van suministrando en pequeñas dosis la grandeza de una cultura gastro como la nipona que, aún, sigue siendo bastante desconocida.

Un Sushi Bar Hannah donde lanzarse a su tartar akami atún, la berenjena denkaku miso, los sashimis y nigiris más peculiares que te has llevado a la boca (como el de besugo, lubina, vieira, salmón, salmonete, scallop o cho toro atún), unos poké que roban el sentido (el de cangrejo es… puro amor), los gunkan de huevas de salmón o ya pasar a sus platos a la parrilla que tienen en la vieira con salsa ponzu, el rodaballo al vapor con sake y kombu o su entrecot de ternera con hoba miso sus más interesantes opciones a elegir.

Una experiencia de lo más gratificante que completa el círculo con helados de matcha, sésamo o mochi mixto… y un traguito de sake para celebrar que el vecindario tiene un japo como se merecía y por el que babeamos a todas horas. Que aún no te he convencido…pues espera a asistir a cualquiera de las dos proyecciones que al mes organizan porque, sí, también cuenta con dos salas de cine. Todo un partidazo… ¡digo!