Nos gusta festejar de muchas maneras. Pasarlo bien en restaurantes de alto copete donde técnica y virtuosismo explosionan en perfecta combinación y disfrutar de lo lindo en tabernas donde los sabores de toda la vida y las propuestas arriesgadas fluyen al sol de una caña bien tirada. Quizá es por ello que hoy dejamos el vestuario de gala para más tarde y nos dejamos caer por la Taberna Recreo, un local pequeño pero con enorme impacto en nuestro estómago. ¿Aún no sabes por qué?

El sueño de una vida se hacía posible cuando los chefs Pablo Montero y Alejandro Díaz unieron fuerzas. Discípulos de Aduriz y habiendo trabajado en el hotel de Abadía de Retuerta (estrella Michelín en 2014) nacía la Taberna Recreo, su particular apuesta por la cocina creativa sin aditivos más allá que el simple interés por sorprender al cliente con platos que no dejan de sorprendernos.

Si no entiendes de vinos y lo tuyo es sorprender en la mesa pide el Zárate 2015, un albariño de vibrante gusto ácido y afrutado en boca, perfecto para dejar a todos sorprendidos con tu gusto más que exquisito

Si el recreo era el momento favorita de tu vida escolar, esta taberna es el punto de referencia al que dirigirte si lo que verdaderamente quieres es desconectar. Tu momento foodie de la semana (o del día) se escribe a base de buen gusto con platos como su bonito fresco con cogollos, aliño verde y aceitunas negras; berenjena con jamón ibérico, migas con pimentón y berro; mejillón tigre con curry amarillo e hinojo;  bollito de gamba blanca, ajo tostado y guindilla; brócoli  con kimchi, lima y comino ahumado; alitas de pollo trocadero con cacahuete y pepino; albóndigas de rabo de toro y cerdo con hierbabuena y berenjena de Almagro o una ración de queso Moluengo de cabra con higos y aceitunas.

Sabores que nos acompañarán como el mejor de los recuerdos. Tradiciones que se siguen manteniendo y que disfrutamos tanto o más como el sonido de aquella campana/timbre que anunciaba nuestro descanso infantil, el mismo que aprovechamos ahora para paladear, masticar y gozar como niños con zapatos nuevos. ¿Te ajuntas?