Si te has levantado con el pie tonto y no estás de humor para pensar qué hacerte de comer (o de cenar), te ofrezco un buen plan. Y es que si hay un tipo de cocina que siempre nos viene bien, nunca está de más, nos soluciona la papeleta y, además, está buenísima, esa es la mexicana. Los tacos, por extensión, un pecado al que no podemos resistirnos. ¿Conoces los de Taquería Mi Ciudad? F: Taquería Mi Ciudad

Su equilibrio entre producto y precio es lo que ha hecho de Taquería Mi Ciudad la taquería definitiva

Tienen varios locales en Madrid, pero a nosotrxs el que nos gusta es el del centro. Desde su apertura en el número 5 de la Calle de las Hileras, Taquería Mi Ciudad se ha convertido en uno de esos pequeños negocios de barrio que dan color a la zona y, sobre todo, sabor. Un verdadero escondite para aquellos que huyen de esos mexicanos turísticos que no saben de qué va la vaina o, mejor dicho, el chipotle, porque lo que pretenden es disfrutar de lo lindo con esta gastronomía auténtica que tanto nos llena.

Una Taquería Mi Ciudad tras la que encontramos a la familia Gulias, cuyo secreto de su éxito (y de su ir y venir constante de parroquianos) es hacer todo en el día, usando las mejores materias primas que se puedan encontrar en el mercado, y ajustar el precio hasta un punto que sea absolutamente imbatible. De ahí, que no se nos ocurra un mejor sitio tanto si tenemos mono de mexicano o si, por el contrario, queremos salir del paso comiendo algo rápido. Sea cual sea la opción elegida, triunfarás.

Porque si algo tienes que tener en cuenta a la hora de pasarte por cualquiera de sus restaurantes es que lo que te vas a llevar a la boca es pura tradición. Tradición y amor por un país que tanto bueno nos sigue ofreciendo y que encuentra en el taco la expresión de ese sentimiento. Así, dar un bocado a tacos como el de cochinita, el de lengua de res, el de tinga de pollo, el de huitlacoche, el de pollo en mole, el de chicharrón en salsa, el de flor de calabaza o a los ya míticos poblano, del pastor o a sus carnitas es todo un placer que se necesita vivir para poderlo contar, para poderlo compartir con esa pareja, familia o amigos con los que hayamos querido darnos semejante homenaje con unas micheladas y margaritas de por medio. ¡Qué aproveche!